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«El Reino aportó novedades a la historia del mundo y defendemos esos valores»

León

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Ostentar el título de abad de la Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro, que acumula 875 años de historia a sus espaldas y por la que pasaron personajes tan conocidos como Guzmán el Bueno, el conde de Rebolledo (batalla de Lepanto), Luis de Sosa o Suero de Quiñones, es un «honor y una responsabilidad» para Hermenegildo López, que se siente «orgulloso» de dar hoy el pistoletazo de salida a un año de celebraciones conmemorativas por la fundación de esta peculiar orden en 1147.

Aquella guardia pretoriana del Reino formada por clérigos, caballeros y nobles sigue ejerciendo entre sus objetivos de escudo y altavoz de los valores leoneses. «Soy consciente de que desde el punto de vista evangélico nosotros deberíamos seguir considerándonos la sal de la tierra, la luz del mundo, porque no podemos olvidar que la orden o confradería deviene en una cofradía sacra», explica. Pero también cree que no pueden dejar de lado el hecho de que en León hubo un Fuero en 1017 con 48 normas (preceptos) y que en 1188 se celebraron las primeras Cortes con participación popular, hoy Cuna del Parlamentarismo, que es vital ensalzar. «No se puede demostrar que nuestros antepasados no estuvieran en ese origen de la democracia, porque habían sido creados cuarenta años antes. Debieron estar en el Claustro isidoriano, sí», afirma. Así que para llegar a la población, «lo mejor es ponérselo delante de los ojos, y hemos realizado unas recreaciones teatralizadas de esas Cortes».

La regla de la cofradía también marca que sus 180 integrantes actuales deben de ser buenas personas, «con la obligación de repartir lo nuestro entre los que tienen menos», indica. De hecho, junto con los patronos, la orden mantiene la Casa de Caridad leonesa, a la que entregaron dos cheques y facilitan dos comidas «en la época de nuestras grandes fechas, la ceremonia de la Traslación y Las Cabezadas. También colaboran con las monjas Concepcionistas por el voto de sangre que se efectuó en 1663 en defensa de la Inmaculada, de ahí el corbatín inmaculista que luce el Pendón de San Isidoro en lo alto.

López cree muy importante dar a conocer la historia de León, porque «el Reino aportó una serie de novedades a la propia historia del mundo. Las mujeres fueron aceptadas en la cofradía antes que en ninguna parte. Algo que no constituía una novedad en el Reino de León, que se denominó en algún momento Señorío de Mujeres». Destaca que «aquí surge la primera reina coronada que no es consorte, Sancha, sino su marido, el navarro Fernando. Surgen libertades que se conceden en el Fuero y en las reuniones que ahora entendemos como concejos abiertos las mujeres tenían voz y voto. Creo que era una sociedad matriarcal. Hasta Estrabón, los escritores griegos y romanos de la conquista, que describen las costumbres de esta gente, se sorprenden de que las mujeres lucharan al lado de las hombres y les acusan de poco valientes».

Como dato curioso, la Cofradía del Milagroso Pendón conserva las probanzas de sangre de muchos de sus miembros, como el marqués de Montevirgen o el de Fuentehoyuelo. Esta orden rebautizada con hasta 18 nombres se llegó a llamar de Notables Leoneses porque solo participaban las grandes familias. Estaba pautado el número de participantes: 12 canónigos de la catedral, 12 de San Isidoro y 24 para seglares, que eran militares de alta graduación y nobleza, que debían probar que sus apellidos se remontaban décadas, que sus antepasados ni él no hubieran ejercido un trabajo manual, y que en su familia no figurara un converso, judio o moro. El primicerio actual Germán Cueva remonta el origen de su apellido según «tiene absolutamente probado, a la Beltraneja, la que se opuso a Isabel la Católica».

Llegó un momento en que la nobleza que acompañaba a la Corte desaparece y la cofradía entra en recesión. «Hay una consulta a Roma y mientras en Francia se sustituyó la nobleza de sangre por la de espada, aquí se reemplazó por la nobleza de conocimiento, que se entronca con la Universidad».

Hermenegildo López habla con pasión de San Isidoro, un templo mistérico asentado en un punto de fuerza telúrica. La primera construcción «seguramente fue de barro y se fue ampliando con Bermudo II el Gotoso, padre de doña Sancha, la verdadera impulsora a la que sigue su hija, como muestra el gran fresco del Panteón de los Reyes. Pero es que adosado a la muralla en la parte suroeste aparece el palacio que durante mucho tiempo marca la política de toda Hispania».

Sancha y Fernando imponen tributos desde el reino moro de Zaragoza a Toledo, Badajoz a Sevilla. Ese gran imperio que se consolida a su muerte en la figura de su hijo, Fernando VI, que se hace llamar emperador de las tres religiones, y su nieto Alfonso VII, único emperador coronado en Hispania que instituyó esta Orden tras tener una visión y tomar Baeza. Mandó bordar la tela del pendón de San Isidoro que ondeó en la mismísima Alhambra tras la toma de Granada, en Antequera y en las contiendas que logró ganar Carlos I en Flandes. Por eso es invicta y posee rango de capitán general. A las 12.00 horas de esta mañana se tremolará en el adarve de la muralla de San Isidoro. Luego se presentará el sello y el matasello conmemorativo del 875 aniversario en el claustro nuevo y a las 20.30 horas, el obispo oficiará una misa y se entregarán distinciones al comité de honor que preside Felipe VI (que no acude).

«Esta Basílica consiguió el privilegio de mantener el santísimo expuesto. Es un lugar comparable al propio Santiago en las indulgencias, sería un Santiago II o Santiago I porque es el propio Reino de León el que va a dinamizar el peregrinaje. Claro que comenzó según se dice con Alfonso II el Casto, pero el gran impulsor es Alfonso VI y la influencia de los monjes de Cluny que trajo por sus esposas. Aquí surgen tres lenguas oficiales del Reino, el castellano, el leonés y el gallego y ninguna menospreciaba a las otras. El Reino no ha desaparecido, ahí sigue el león en el escudo constitucional».