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El viaje final de los vagones apartados en Brañuelas

Los activos de la gama alta de mercancías, destino al desguace

León

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Resistían apartados en Brañuelas, como testigos de cargo de que hubo un pasado resplandeciente del ferrocarril en León, cuando los coches de viajeros avanzaban entre vagones y vagones de mercantes, en vías de lado, a la espera de turno para entrar a la red.

Este verano, emprendieron el último viaje, desde las vías muertas que fueron capilares que regaron de vida la provincia de León de este a oeste, de este a norte. Una veintena de unidades de los JJPD tenían otro futuro que los muelles de carga, o las secciones intermodales que se han hecho populares a base de salir en el repertorio político del futuro logístico que se reserva para poner las bases de desarrollo de la próxima generación. Una locomotora 319 arrancó desde León, llegó a Brañuelas; enganchó el paquete, esta vez sin carga, continente sin contenido, y emprendió el retorno a la estación de clasificación de mercancías de León, el penúltimo destino de ese bastión de la mercancía por ferrocarril de este noroeste cada vez más vacío de trenes, de encargos y de lugares a los que llegar. El de los JJPD, con ese verde albahaca que se distinguía a leguas mientras los trenes anudaban los lazos con los que los trenes sortearon de siempre las dificultades orográficas de esta tierra que creció gracias al ferrocarril, está en la cizalla. El desguace, en otro paradoja de la división de mercancías del operador ferroviario, va a hacer papilla a parte de este repertorio de un género que ahora se anuncia escaso en el sector. Faltan vagones de mercancías, y faltan entre los del segmento que están homologados y capacitados para circular a 120 kilómetros por hora, entre los que forma parte estos de la nomenclatura JJPD, que parecen sacados de un catálogo de prototipos del vagón de mercancías. Hasta el traqueteo que dejan al seguir el ritmo de la locomotora.

Entre el sector ferroviario leonés no pasó desapercibida la maniobra de la 319 a la que se le encomendó la guía para le último trayecto de los vagones de Brañuelas, presa a estas alturas de septiembre de los dientes del desguace. Se interpreta como otra jugada estratégica de los daños colaterales de aquella otra anterior de poner e la venta y en subasta, en liquidación al grueso del material de mercancías y otros bienes del parque móvil de la compañía, que acabó a mitad del objetivo; del que se marcó para la venta, del que se fijó para la recaudación esperada con la que recortar el rosario de ceros tras los números rojos en la cuenta de resultados (en el plan de gestión que se basó principalmente en vender activos, con 70 locomotoras y más de 1.400 vagones agrupados en más de setenta lotes).

Al margen de ese zoco, el último viaje de los vagones de Brañuelas es un capítulo nostálgico para el ferrocarril leonés.