«Yo no he escogido separar los ministerios de Educación, Ciencia y Universidades»
—En un gobierno que ha hecho de la optimización de los recursos una de sus banderas ¿es lógico que haya un Ministerio de Educación, otro de Ciencia y otro de Universidades?
—Siempre hay tensión entre lo que sería más lógico desde el punto de vista de la eficiencia y lo que tiene más sentido desde el punto de vista de la eficacia política, no siempre coinciden. Si vas a mirarlo desde el punto de vista de la eficiencia, todo lo que tenga que ver con la educación podría ir junto. Pero luego resulta que las situaciones no siempre coinciden con esto. Si les preguntas a las universidades, tienen que estar muy contentas de que haya un ministerio que se dedique solamente a ellos. Y por tanto se responde a una exigencia. Es muy difícil que un ministro de Ciencia tenga tiempo en ocho meses de visitar 25 universidades y encontrarse con los profesores y estudiantes, que es lo que yo he hecho. Que esa voz esté presente en el Consejo de Ministros tiene su valor y que esa voz sea capaz de poner en relieve el valor añadido de las universidades es importante. Tenemos 88 universidades, 50 públicas y 38 privadas, más de un millón y medio de estudiantes presentes. La capacidad de las universidades es muy grande y el 70 % de la investigación que se hace es universitaria. Eso tiene que tener una plasmación. ¿Eso es mejor que esté en Educación? Hay consejerías autonómicas que son de Empresa, Innovación y Universidades. Si ves la distribución de competencias en las autonomías, verás que hay ámbitos muy diferentes. Yo no he escogido esa opción pero intento ejercerla de la mejor forma posible.
—Da la sensación de que VOX ha querido entrar en educación pero no en universidades. ¿Cuáles son sus expectativas?
—Yo he tenido ocasión de hablar de todos estos temas con todos los grupos políticos. Y aunque las posiciones son muy distintas, la predisposición hacia la ley es positiva, no se pretende convertir esa ley en un arma arrojadiza. Me parece que se está intentando buscar un mínimo común denominador y que no se pretende convertir en ley sino en algo que sea útil para los próximos 20 años. La pregunta clave es si queremos una ley nueva en universidades que haga frente a los retos que tenemos planteados y que pueda afrontar lo que viene en adelante o si preferimos una ley que tenemos aprobada ya hace 20 años y que tiene unos límites que todos conocemos.
—¿Vaticina un año especialmente estridente en el curso político?
—La sensación que hasta ahora tengo es que en general, todo el mundo tiene grandes o pequeñas diferencias con el proyecto de ley, porque estamos centrando el debate en este tema, pero no veo posiciones que quieren cargarse el proyecto. Ahora es prematuro plantearlo, pero me interesa que sea vista como una ley que intenta responder a un máximo común denominador y no a un mínimo común múltiplo. Quiero que la mayoría de personas involucradas en la ley lo vean como algo que funciona mejor.