El palacete de Alcázar de Toledo se rescata de la ruina para ser una clínica de referencia
El neurocirujano Valle Folgueral lidera el instituto de patologías de columna que contará con un hotel para pacientes
La primera casa en la que hubo calefacción en la ciudad fue esa. Ahora, más de 35 años después de que lo deshabitaran por completo, el palacete neomudéjar de la esquina de Alcázar de Toledo y San Agustín tendrá una nueva vida como clínica especializada en patologías de la columna vertebral, formada por un equipo multidisciplinar y con un hotel anejo para pacientes y familiares. Después de que se hubiera convertido a principios de siglo en un anuncio recurrente sin resolver tras partir de un precio de venta cercano a los 6 millones de euros, el inmueble encuentra comprador y destino al fin. La propiedad la asumirá el prestigioso neurocirujano berciano José Manuel Valle Folgueral, quien afrontará la reforma del inmueble, que cuenta con las mayores figuras de protección por su catalogación como Bien de Interés Cultural (BIC), para que pueda convertirse en un negocio de referencia nacional.
Más de un siglo más tarde de que lo mandara construir el empresario minero Victoriano González, sobre los planos de Manuel de Cárdenas y Arsenio Alonso, el palacete revive para asentar en León una clínica médica que recuperará este edifico emblemático en pleno centro de la ciudad. La firma de la venta en los próximos días concede certidumbre a un horizonte de puesta en funcionamiento y creación de empleo cualificado que se alargará no menos de dos años. Pese a que ya cuentan con un primer visto bueno municipal, la protección del inmueble hace que la reforma tenga que atenerse a la preservación de sus valores arquitectónicos, a la vez que adecuarse para la prestación de los servicios médicos multidisciplinares liderados por la firma de Valle Folgueral.
El instituto, al estilo de la clínica oftalmológica de los Vega en Oviedo, dispondrá de 1.670 metros construidos, a los que se añade otro millar de metros de jardín con una enorme palmera como vigía. La suma corresponde a los dos edificios que conforman el complejo: el número 11, que data del año 1911 y hace esquina con la calle San Agustín, y el 13, construido en 1917. En ambos, como se hace constar en el Catálogo de Bienes y Elementos Protegidos del Plan Especial del Conjunto Urbano de la Ciudad de León, se dispone el aviso de conservar todos los elementos estructurales y espaciales, portal de acceso y escaleras, con sus elementos decorativos, además del jardín y el pabellón que fue usado como garaje.
En la casa del número 11 se dibuja en el proyecto la clínica. Con dos plantas, más ático y semisótano, el inmueble diseñado por Arsenio Alonso para uso unifamiliar de la familia de Victoriano González, cuyas iniciales lucen aún en el emplomado de las vidrieras, se adaptará para las consultas y resto de dependencias de la clínica, en la que habrá un equipo multidisciplinar de profesionales.
La organización funcional reserva el otro edificio para las estancias de los pacientes y sus familiares. La casa levantada sobre los planos de Manuel de Cárdenas como vivienda plurifamiliar dispone de cuatro plantas, ático y semisótano, además del torreón que da sello a la construcción y que cuenta con una escalera de caracol en el interior.
La recuperación del palacete salvará de la ruina un edificio que queda como último testigo de una época y su zona. En los planos originales se pensaba para abarcar toda la manzana, pero se quedó tan sólo en una parte y, poco a poco, vio caer al resto de los inmuebles señoriales del entorno. Ahora, el instituto de patologías de la columna del doctor Valle Folgueral, para el que había tenido ofertas de Madrid y Valladolid, revitalizará un símbolo en el que ejemplificar la apuesta privada por León.