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Laureano Oubiña hace en León negocio con La Nécora

El narcotraficante gallego vende en el mercado medieval productos con el emblema de la operación que le metió en la cárcel en 1994

Laureano Oubiña, ayer a primera hora de la tarde en su puesto del mercado medieval de León. DL

León

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La Nécora fue el símbolo de la lucha contra el narcotráfico en los años 90 y, casi 30 años después, luce como el emblema con el que uno de los condenados por aquella operación vende una línea de ropa: polos, chalecos, zapatillas, camisetas con el lema de «winston de batea» o «antes muerto que chivato» y su imagen. La misma imagen que se hizo famosa entonces, la misma cara que desde el jueves y hasta el domingo ocupa uno de los puestos del mercado medieval de León. Al final de la calle Ruiz de Salazar, en la embocadura con la cuesta de San Isidoro, el narcotraficante Laureano Oubiña hace negocio con el ‘ merchandaising ’ de las frases que le catapultaron a la primera plana de los informativos.

A esto se dedica uno de los más conocidos capos de la droga en Galicia junto a Sito Miñanco y Manuel Charlín. Pero, ahora, sin aquella ostentación que convirtió su pazo de Baión en un icono de la lucha contra la droga, con las madres de las víctimas agarradas a la verja, se gana la vida con la venta de la ropa en la que estampa su cara y sus frases. «Son todas las que vienen en el libro», apunta, mientras señala a los ejemplares que tiene con su foto, su nombre en letras grandes y un subtítulo: «Toda la verdad. Ahora es mi turno».

Laureano Oubiña es su propio negocio para no dejar de ser Oubiña. «He cogido esta marca sencillamente porque cuando hicieron la operación Nécora fueron detenidas 18 personas. Se dio la puta casualidad de que de esos 18 a la mayoría ni los conocía, simplemente de vista. Ponía ‘Operación Nécora, Oubiña y otros’, con lo que Oubiña fue el carro de las ostias», explica, sin salirse de un discurso en el que insiste en que no fue condenado en 1994 por tráfico de drogas en ese juicio, sino tan sólo a 12 años de cárcel y 1.280 millones de pesetas de multa por delito fiscal.

No. Entonces, no. En la siguiente, en 1997, conocida como Operación Ocaso, sí que se le condenó, pero «por transporte de hachís, ha-chis, porros», apostilla. «No lo reconozco porque a mí siempre que se me juzgó y se me condenó fue sin una prueba en la mano, sin ninguna. Lo digo en el libro», porfía el capo de Cambados, quien logró huir hasta que la justicia lo encontró en Grecia en el año 2000 y ordenó que ingresara en la cárcel.

Pero Laureano Oubiña evita el calificativo: «¿Narcotraficante de qué? Tenéis el puto vicio... Cuando sale Rodrigo Rato de permiso no decís ‘sale el ladrón de Rodrigo Rato’; ni cuando sale Urdangarín de la cárcel decís ‘el ladrón de Urdangarín sale de la cárcel’. A mí siempre me decís el narcotraficante».

—Pero no ha respondido a la pregunta. ¿Usted ha sido narcotraficante en algún momento?

—Yo he transportado hachís, ha-chís, ostia.

Porque Laureano Oubiña insiste en que ha sido «cabeza de los turcos (sic)». «Tanto se habla de mí y no se habla de otra gente. Me causa mucha curiosidad cuando los medios de comunicación, que no creo en ninguno de ellos porque escribís a la orden de quien os paga, que son los políticos de turno, si no estarían cerrados todos, si no tuvierais subvenciones. El único medio de comunicación que confío es en este, el mío», recalca mientras señala su teléfono móvil. «Aquí escribo lo que creo que es oportuno», subraya.

Lo que escribe es que fue «utilizado». ¿Le traicionaron los políticos? «A mí no me traicionaron nada. Usted es muy joven, pero las hemerotecas están. Cuando el señor Tierno Galván, en los años 80, cuando era el alcalde de Madrid, dijo ‘amigos y amigas, hay que ponerse todos, ponerse con lo que sea, porque los burgueses se colocan con Chivas de 21 años y nosotros no podemos’. ¿Qué quiso decir con eso? La juventud que escuchó aquello se puso hasta los huevos de todo. Después había que parar eso. ¿Cómo se para eso? Haciendo asociaciones contra la droga y contra el narcotráfico, pero primero le dieron palante y luego, para quedar bien los socialistos, Felipe González y compañía, alias el rizavacas , venga subvenciones y a crear asociaciones contra el narcotráfico, cuando fueron quienes lo promovieron», relata Oubiña.

El capo gallego, que defiende que cuenta con pruebas de haber financiado de manera ilegal a Alianza Popular, se enroca en su discurso exculpatorio. «Pregúntale a Barrionuevo y Vera quién metió 25 toneladas de heroína en un contenedor por el puerto de Bilbao. Por cierto, va a salir en el próximo libro», apunta para dejar la intriga sobre lo que escribirá en la siguiente publicación. ¿Tú eres de la familia Oubiña?, le pregunta un paisano que se acerca al puesto y atiende a la marca. «Soy Laureano Oubiña Piñeiro y estoy hablando con este señor. Si tiene un poco de educación espere un poco», le despacha.

Su razonamiento ni siquiera se para en el daño que causó la droga en esos años, de manera especial en Galicia. «¿Ustedes vieron que las asociaciones contra el narcotráfico fueron en algún juicio los que estaban siendo juzgados por tráfico de heroína? No fueron a ninguna. Eso que dicen de la generación perdida. ¿Esa gente qué murió por la heroína o por el hachís?», pregunta en alto para ampararse de nuevo en que nunca se probó su participación en el tráfico de otras sustancias que «porros».

—¿No se siente responsable?

—Para nada.

No tiene remordimiento, reafirma, tras renegar por completo del personaje que le identifica en el libro Fariña, de Nacho Carretero, convertido después en serie de Antena 3. «Es un corta y pega de recortes de prensa. Los propios periodistas que han escrito esos recortes no se ratifican hoy en día en ellos», defiende.

Ni siquiera entiende Laureano Oubiña que la comercialización de su marca pueda entenderse como una ofensa para las familias de aquella generación perdida que murió por la droga. «El que se sienta ofendido que tire para el juzgado. Antes muerto que chivato», lee, al pie del lema de una de las camisetas que cuelga de su puesto, en la que se le ve con un puro en la boca, desafiante. La Nécora, by Laureano Oubiña, reza la marca: el negocio es el negocio.