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La León-Braganza suma dos décadas de reivindicaciones sin respaldo presupuestario

Dos décadas después de la primera reivindicación, se mantiene al margen de presupuestos y obras

Travesía de Rihonor, en la raya de la región de Braganza con Zamora, donde se debe actuar para lanzar la conexión. JESÚS F. SALVADORES

León

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La León-Braganza se planeó por primera vez como una «Y», apéndice de la León-Astorga (que entonces era A-12), y diagonal del noroeste, entre los dos mares, de Gijón a Oporto.

Fue una reclamación política, en medio de una época de fiebres altas sobre los puertos secos, alentada por colectivos vecinales y sociales, para dar asiento real a toda la afluencia de ideas sobre la comunicación y el desarrollo logístico, que devolvía al cuadrante noroeste del país al futuro de éxito que se le niega desde la época romana; la primera reivindicación de la León-Braganza exigía la estructura en forma de autovía , un soporte de gran capacidad. Se cumplen 20 años con la León-Braganza en primera línea de un escaparate de necesidades que jamás ha obtenido el reconocimiento merecido por parte de las clases del poder, los poderes ejecutivos y los poderes fácticos, y quienes los sustentan.

Desgaste

La intervención política en la León-Braganza sólo ha servido para rebajar la entidad de la vía

Veinte años en el primer plano de la actualidad no han aportado más novedad que promesas reiteradas y plazos dilatados, una secuencia de buenas intenciones por parte de las administraciones y una secuencia de intervenciones sibilinas que han servido para rebajar la pretensión inicial del cuerpo de la vía; de autovía se pasó a vía rápida; de vía rápida a carretera remates de refuerzo en zonas de circunvalación.

La León-Braganza lleva dos décadas en primera línea de combate de las reivindicaciones leonesas sin llegar a entrar en el repertorio de la estrategia de comunicaciones que las administración central en esta provincia; si existiera, la vía entre la capital leonesa y la del otro lado de la raya no está entre sus prioridades.

Veinte años, que se extenderán en el tiempo, porque el próximo ejercicio tampoco parece que va ser el del inicio del vial; los presupuestos echan por tierra las promesas más recientes sobre que en 2023 se comenzaría a ejecutar la vía el alguno de los puntos del trazado definido; al otro lado de Rihonor; al norte de esta localidad fronteriza; o en el supuesto tantas veces repetido de aligerar la circunvalación de La Bañeza y lanzar la ampliación de plataforma de la provincial hasta el límite con la provincia de Zamora. Los 10.000 euros consignado en las últimas cuentas presentadas en la Junta para atender alguno de estos conceptos eternizan la espera.

La León-Braganza es una vuelta sobre las comunicaciones del eje noroeste, una opción de recorte de espacio y tiempo para poner en movimiento al norte de Portugal y enlazar la salida al puerto de Gijón, la unión de dos fachadas marítimas con una repercusión inimaginable para despejar el desierto económico y social del territorio que atraviesa; sobre todo, en León.

Sin existir, la León-Braganza vive en los miles de conductores lusos que emplean esta traza para buscar la salida a Europa a través de la provincia de León, en la combinación perimetral de la A-52, la A-66 y la A-231.

La León-Braganza está por cumplir 20 años de espera ante los continuos feos que le dedican los diferentes responsables políticos cundo eligen como esencial para León la A-60 al sur de Santas Martas, o ceban con dotaciones jugosas en el presupuesto el desarrollo de la vía del corredor del Duero, que enfatiza la centralidad y la centralización de recursos en el mismo punto de la autonomía.

Hace 20 años que la conexión internacional entre León y Braganza, que lo es entre Gijón y Oporto, entre la región norte de Portugal y el camino más recto para llegar a Europa, espera una oportunidad. Financiación. Una obra.