Fijan 425 años de cárcel a la ideóloga del atentado del comandante Cortizo
La Audiencia Nacional la condena ahora por un intento fallido antes de un partido del Alavés
La Audiencia Nacional condenó ayer a la exjefa de ETA Soledad Iparraguirre Anboto a 425 años de prisión por 20 delitos de asesinato en grado de tentativa, otro de tentativa de atentado contra agentes de la autoridad y un delito de estragos.
Los hechos juzgados se refieren a un atentado con un coche-bomba que el comando Araba colocó en mayo de 1985, en las inmediaciones del Polideportivo Mendizorroza de Vitoria, antes de un partido de fútbol del Deportivo Alavés y que no llegó a explosionar porque fue desactivado por los especialistas del Tedax.
Por estos hechos la Sala de lo Penal ya juzgó y absolvió con un voto particular, el 29 de marzo de 2021, a la exdirigente de ETA de 61 años, pero la Fiscalía recurrió ante el Tribunal Supremo. El pasado mes de julio, el alto tribunal anuló la sentencia y ordenó repetir el juicio con otros magistrados, por omitir erróneamente una prueba de huellas encontradas en uno de los vehículos utilizados por el comando terrorista y que identificaban presuntamente a Iparraguirre.
Tras la celebración de un nuevo juicio, la Sala considera acreditado que Anboto condujo el 19 de mayo de 1985 «el vehículo en cuyo maletero se había instalado un artefacto explosivo que fue dejado aparcado en la explanada del Polideportivo Mendizorroza, junto al lugar en el que solían estar estacionadas las furgonetas policiales, en los días de eventos deportivos, dejando orientada la carga hacia las taquillas».
Respecto al informe de las huellas dactilares que no fue tenido en cuenta en el primer juicio, el tribunal explica que se trata de cinco huellas que fueron archivadas como anónimas y que se cotejaron con las indubitadas de María Soledad Iparraguirre. Identifican las muestras de los dedos índice, medio, anular y auricular de la mano derecha como «auténticas» a las reveladas en el volante del vehículo utilizado para montar el artefacto de carácter explosivo.
Para la Sala cabe otorgar plena eficacia probatoria al dictamen elaborado por un organismo policial especializado, que ha sido sometido a contradicción de las partes y cuyos resultados son concluyentes. «Existen cuatro huellas de Soledad Iparraguirre en el volante del coche que estaba cargado con el explosivo. De esta manera existe prueba directa de que estuvo físicamente presente en el interior del vehículo, y que agarró el volante con cuatro de sus dedos», según señala el dictamen.
La Sala presidida por María Dolores Hernández incluye, además, el testimonio de colaboradores del comando Araba que, ante el juez instructor o ante el tribunal, testificaron que Iparraguirre era miembro del grupo en el momento de producirse los hechos. La sentencia indica que, de acuerdo con el Código Penal que será de aplicación, el tiempo máximo de cumplimiento no podrá exceder de 30 años de cárcel. Anboto acumula otras ocho condenas tras su detención en Francia en 2004