«Es una pena que no haya apoyo y se invierta más en ciencia»
Había cumplido 18 años días antes, comía en casa con sus padres, puso las noticias y se enteró. No se apartó en todo el día de la tele sin quitarse el sentimiento de «angustia e incertidumbre al pensar en todas esas personas que vivían semejante tragedia». «Quién me iba decir a mí que 20 años más tarde iba a trabajar en el impacto en el cerebro de la exposición a ese polvo resultante de la caída de las Torres Gemelas», se pregunta Ruth Ibán Arias.
Pero el camino se abrió entonces. Ruth Ibán comenzó su formación en el Colegio Javier de Puente Castro. Recién salida del instituto Padre Isla, se licenció en Biología en la Universidad de León y entendió rápido que tenía que emigrar. Primero a Granada, en donde cursó el máster especializado en neurociencia en la Facultad de Medicina. Luego, en Creta, donde se doctoró en Biomedicina Experimental, especializada en enfermedades neurodegenerativas. Hasta llegar al hospital Monte Sinaí, después de «echar el currículum en todos lados».
«Quería ir a EE UU porque era el país con más oportunidades. El año anterior de empezar fui a una conferencia en Washington y estuve en Nueva York. Pasé por delante de la puerta del que ahora es mi trabajo y recuerdo que me quedé fascinada. Sería increíble trabajar aquí, pensé. Aquí estoy», resuelve desde el laboratorio de uno de los centros más prestigiosos del mundo.
El Monte Sinaí se lo ha «ofrecido todo». «De momento, continúo aprendiendo y cuando lo haces debes seguir donde estás. No sé por cuánto tiempo. Al sitio que me permita expandir mi conocimiento en procesos neuroinflamatorios y neurodegenerativos es donde iré», avanza Ruth Ibán, convencida de que «es genial poder hacer lo que uno quiere y de lo que es apasionado».
Por eso se fue. «Creo que los que nos hemos tenido que ir de León es porque somos apasionados con lo que hacemos y necesitamos apoyo para continuar con nuestros sueños», explica. No ha sido la única a la que la ayuda para sus investigaciones le llegó desde fuera. «Ojalá hubiera sido en León o en Granada, donde no pude hacer el doctorado. Es una pena que no haya ese apoyo y que no se invierta más en ciencia. Sería algo positivo a largo plazo, pero no se hace pese a lo que se ha visto con la pandemia o con el aumento del alzhéimer», detalla Ruth Ibán.
Centrada en ese campo, Ruth Ibán no cita el Alzhéimer al azar. La científica leonesa sentencia que «no estamos ni cerca siquiera de curarlo, desafortunadamente». «Los fármacos que tenemos, hoy, todavía tienen muchos efectos secundarios, y no permiten que haya una desaceleración del deterioro cognitivo. Están más centrados en reducir el aspecto fisiológico, como placas de beta amiloide o la agregación de la proteína tau, carácterísticas de la enfermedad, pero no hay realmente algo cuya diana sea el deterioro cognitivo», advierte.