Los restos arqueológicos del entorno de Feve carecen de valor y no paralizan la obra
Patrimonio autoriza después de 6 meses a desmontar los muros de «cronología posiblemente medieval o moderna»
Medio año después se que se paralizaran las obras, la urbanización del sector de la estación de Feve vuelve a tener permiso para continuar. No hay obstáculo ya, después de que la comisión de Patrimonio de la Junta haya aprobado la propuesta para desmontar los restos arqueológicos encontrados que obstaculizan la construcción de un colector y recubrir el resto de los muros. Aunque una de las hipótesis apuntaba a que podían formar parte del acueducto que la Legio VII ideó para abastecer al campamento romano o, en su defecto, de la época de Carlos III, el informe asienta que se trata de un muro de «cronología posiblemente medieval o moderna que puede tener que ver con un sistema de contención de aguas de la Presa de San Isidro».
El dictamen, apoyado en el informe presentado por el arqueólogo contratado por la empresa a la que adjudicó el proyecto el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), incide en que «la construcción más importante es una antigua casa de ferroviarios», en la que vivían los guardas, «construida al hilo de la propia línea del ferrocarril, inaugurada en 1923, la cual fue demolida hacia el año 2014». Esta edificación, como se reseña en el trabajo, aprovechó en su costado oriental «sendos muros paralelos de canto rodado que pudieron servir de contención ante posibles crecidas de la presa de san Isidro, muros cuya cronología no ha podido establecerse de manera fehaciente, si bien se apunta que pudieran ser de tiempos medievales o modernos».
Estas huellas aparecieron con el avance de las máquinas en el subsuelo, a finales del mes de julio y terminaron de descubrirse cuando, ya con la obra parada desde hacía tres meses, se excavó con tiento a primeros de noviembre para aislarlas de la cimentación de la antigua casa de los guardas . Depurado el terreno se pudieron recoger «algunos elementos de arquitectura esculpida, pertenecientes a un edificio antiguo, seguramente medieval, que fueron reutilizados para la construcción del edificio contemporáneo».
El informe de la ponencia técnica de Patrimonio, encargada de elaborar el dictamen para que se ratifique en la comisión, abundan en que «es muy probable que pudiera tratarse de restos de la demolición de un antiguo monasterio del área urbana o periurbana de León, entre los que el de San Claudio sería uno de los candidatos, sin descartar el antiguo palacio real de la calle Independencia-Rúa». «Conocida es la afición de las autoridades leonesas en el siglo XX por la destrucción del rico patrimonio arquitectónico que atesoraba la ciudad», apostillan los expertos apoyados en cómo materiales de las demoliciones de edificios históricos han terminado por aparecer reutilizados en construcciones más modernas.
No se hace ninguna referencia a su posible vinculación con el acueducto de la Legio VII, como se había apuntado en las hipótesis previas a la excavación final, al hilo de las investigaciones del arqueólogo Emilio Campomanes. Estos trabajos localizaron huellas en el entorno de la carretera de Carbajal y siguieron su trazado por el entorno de la carretera de Asturias hasta desembocar en el campamento por la puerta decumana. Pero no se avanza en esta pista, que sumaba argumentos en los restos de las conducciones aparecidas entre 2001 y 2003 durante la peatonalización de la calle Abadía, justo frente a la cata realizada, y en los aparecidos en el edificio de los Maristas San José.
El dictamen se centra en la hipótesis de la canalización hidráulica. Aunque esta huella, podría abarcar desde las conducciones romanas hasta la traída de aguas de la época de Carlos III, en el siglo XVIII, que, en algunos planos histórico, aparece con un trazado parejo. Ésta última se relaciona además con la presa de San Isidro, que abastecía al molino Sidrón: el edificio que ahora ha quedado a la vista con la reurbanización del jardín de la muralla en Era del Moro . No hay, en cambio, referencia alguna en el informe a la conexión con la hipótesis de que los restos provengan de una iglesia paleocristana, como llegó a deslizar el alcalde en verano, puesto que sus huellas quedan metros más abajo de la cata, en el trazado de la calle Renueva.
Sin atender a ninguna relevancia espacial, el dictamen se cierra con la autorización para «el desmonte de las cimentaciones halladas durante los trabajos arqueológicos en el punto donde se prevé instalar el colector de la nueva urbanización, así como el recubrimiento del resto de los muros». Encima se construirá el nuevo vial, paralelo a Renueva, que comunicará Padre Isla con Ramón y Cajal, después de derribar el muro que aislaba la estación y tras el que se levantaba la casa de los guardas.