El año para los cambios educativos
Pendientes quedan algunos flecos, pero la Lomloe avanzará en la implantación de sus novedades metodológicas Los alumnos de Bachillerato serán los que notarán más la reforma
2023 será el año de aprobación de la tercera reforma universitaria de la democracia y el epílogo de la ley Celaá (Lomloe), que ya será de aplicación a todos los cursos de la enseñanza obligatoria tras una primera fase dificultades, prisas y retrasos.
La novedad metodológica y pedagógica que ha supuesto aterrizar esta norma y la lentitud con la que las administraciones la han desarrollado ha sido un quebradero de cabeza para los profesores y estudiantes de los cursos impares de este año académico, el primero en el que se ha implementado la Lomloe.
El próximo curso 2023/2024 les toca a los alumnos y alumnas de segundo, cuarto y sexto de Primaria; segundo y cuarto de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), segundo de Bachillerato y segundo de los ciclos formativos de grado básico.
Todos ellos, al igual que sus compañeros de los años impares, lidiarán con nuevas materias, formas de ser evaluados y maneras de aprender con un enfoque más competencial: saber hacer o aplicar lo que se aprende a los problemas y retos del mundo real, no solo memorizar temarios inabarcables.
Otra de las novedades previstas por la octava reforma educativa de la democracia, que entró en vigor en enero de 2021, es la realización de las primeras evaluaciones de diagnóstico para los niños y niñas de cuarto de Primaria y segundo de la ESO.
Tendrán carácter censal, finalidad diagnóstica y deben valorar, como mínimo, el dominio de la competencia lingüística y matemática. Sus resultados podrán ser empleados por el centro para el diseño de sus planes de mejora.
Entre los desarrollos reglamentarios más importantes de la Lomloe están los de los currículos (lo que se aprende y enseña en clase), los de evaluación y condiciones para pasar de curso y los de la propia organización del centro (a los que se concede mayor autonomía).
Este pasado verano, con el curso ya empezado, se ha dado el caso de comunidades autónomas que aún no habían aprobado sus currículos —complementarios de los del ministerio—, con lo cual el profesor no podía preparar su programación y las editoriales de libros de texto trabajaron con borradores para sacar adelante sus materiales en tiempo y forma.
El próximo año académico, este problema no estará encima de la mesa pero sí continuarán las dificultades que dicen tener muchos profesores para enseñar con enfoque competencial debido a que no han recibido suficiente formación ni tampoco tiempo para familiarizarse con la nueva metodología, según la denuncia unánime de los sindicatos docentes.
En 2023, los estudiantes de Bachillerato serán los que se enfrenten a un mayor número de novedades ya que los de segundo curso recuperan la asignatura de Historia de la Filosofía y, también en segundo, Historia de España comenzará en el año 1812, en vez de en la Prehistoria, como ocurre ahora.