El primer vuelo militar en León cumple 100 años
La efeméride del siglo del aterrizaje del biplano Avro A10 recupera la memoria de un hito extraordinario para la base de aviación de La Virgen
La primera vez nunca se olvida; la del aeropuerto de León con los aviones encuentra en este mes de enero, en este 25 de enero soleado y frío, con nieve en los perfiles del norte, la conmemoración de los cien años, la cifra redonda de una celebración, el siglo de aquella primera vez que un aparato militar aterrizó en La Virgen del Camino.
El preludio de un motivo que marcó a este enclave, hasta entonces marcado por poco más que el fervor mariano, y el tránsito del altiplano a las vegas, entre el rellano de los tomillares y las tierras centeneras que rodean este punto.
Era 25 de enero, de 1923, y llegó un avión. Y escribió sobre el cielo protector que cubre este espacio la primera efeméride de peso para esta base de Aviación que tanta gloria y nombre ha dado a La Virgen del Camino, cimiento de empresas mayores, y de cotas que entonces eran inimaginables.
Llegó el avión, un Avro A, un biplano, pilotado por el suboficial de artillería Julio Antón, con la compañía como observador del capitán de Infantería y aviador Manuel Loma, marqués de Oria, que era el jefe del asentamiento del aeródromo próximo a Burgos.
Casi todo León fue partícipe de aquel momento que este miércoles ha cumplido 100 años, porque la estela de un avión no se podía disimular fácilmente. Así que el camino hasta Las Virgen del Camino fue una peregrinación constante, un tumulto, un gentío, al olor de aquella noticia que «corrió como un reguero de pólvora» hasta el centro de la ciudad, según contaron las crónicas que inmortalizaron el asunto en este Diario de León.
«La Carretera de La Virgen era un hormiguero de personas y carruajes», describe la pieza periodística, que no deja al margen el riego que corrieron algunos de ser multados por la Guardia Civil por no llevar la tablilla de carruajes.
«Más gente que en la romería del año anterior en San Froilán», dejó constancia el relato para escenificar la magnitud del acontecimiento, que dejó a la población leonesa en estado de plena satisfacción. «Cómo lo haría que León, este pueblo tan frío, tan apático, rodeó al marqués de Oria al bajar del biplano, le rodeó y dedicó una ovación estruendosa y le llevó a hombros por el campo; porque fue León el que allí estaba con sus millares de habitantes y sus autoridades».
Los pueblos del entorno se volcaron sobre el campo de vuelo, en esa hora de primera tarde que da margen de luz aún en enero.
Por la noche, los concejales del Ayuntamiento de León obsequiaron a los aviadores con un banquete en el Novelty; con la presencia de toda la corporación («hasta un socialista había ...» sic). Se concelebró el momento con todo el estamento de autoridades de la ciudad, el gobernador civil, el gobernador militar, presidente y vicepresidente de la Diputación, secretario del Gobierno civil, gente de mando, los tenientes coroneles Toribio y Calderón, los comandantes Usoz y Cáceres, y de Infantería, el alcalde accidental, señor del Campo, que leyó el brindis en verso, el señor Ricart ...
Esa crónica social se envuelve aquel 25 de enero de 1923, en el momento y las horas que siguieron a aquel estruendo leve del biplano de 119 caballos que surcó el cielo leonés por el mismo cauce que algunas tardes rompen con estrépito los cazas del ejército del Aire, o los reactores de vuelos comerciales que animan con tiberio las horas muertas junto a la base de Aviación.
El aeródromo militar de León se asienta sobre los siguientes hitos:
- El 27 de junio de 1911, cuando un Bleriot XI con el francés Leforestier abrió el baile de salón en el aire en un festival de la aviación, sobre unos terrenos despejados junto al Bernesga.
- El decreto de 1920 que disponía la creación de bases aéreas; León; Sevilla, Getafe y Zaragoza.
- El mes de julio de 1926, cuando se registró la Escuadra león, formada por un grupo de caza y dos de reconocimiento.
- Abril de 1929, con la inauguración oficial de la base aérea de La Virgen del Camino, donde desde octubre de 1923 operaron Fokker, De Havviland DH9, y más tarde, los Breguet XIX, en un espacio luego dedicado a la formación, con la célebre Maestranza. Y en esa secuencia, queda el sabor extraordinario del 25 de enero de 1923; la primera vez, que jamás de olvida; que jamás olvidará León.