El libro que nunca escribió Antonio González de Lama
Néstor Hernández presenta este lunes una antología de la obra del polifacético autor
La amnesia cultural leonesa solo se cura con esfuerzo y a veces León tiene la suerte de que aparece alguien dispuesto a poner todo de su parte para salvar múltiples escollos. Es el caso de Néstor Hernández Alonso, que este lunes presenta un libro necesario: Antonio González de Lama . Antología de su obra, editado por Eolas& Menoslobos dentro de la colección Ursa Maior.
González de Lama fue sacerdote, profesor, escritor, bibliotecario, director de Diario de León, fundador de la revista Espadaña... Y nunca escribió un libro . Un todoterreno cultural de otros tiempos y otra época. Néstor Hernández Alonso, escritor de Calzada del Coto, hace un quiebro en su biografía y reúne un material que en pleno siglo XXI recupera parte de lo que pensó, creó y fue Antonio González de Lama (Valderas, 1905-León, 1969).
Si una antología puede ser una radiografía intelectual en donde extraer conclusiones, con este trabajo de Hernández Alonso se puede llegar a vislumbrar la trayectoria de alguien que forma parte del imaginario colectivo de gran parte del León del siglo XX.
«Probablemente la publicación de esta antología no le haga justicia totalmente, pero sí aminora el olvido y el desconocimiento. Don Antonio no publicó ningún libro –desconozco por qué, cuando él tuvo facilidades para hacerlo- y además no ha tenido suerte con el libro publicado por el Ayuntamiento, fallido por la entrada de dos poemas de Luis Cernuda, por lo que hubo de retirarse del mercado. La desaparición de muchos de sus discípulos también está colaborando en ese paulatino olvido al que estamos asistiendo. Entre todos podemos evitarlo. Yo he puesto una pequeña piedra en ese camino tan temido», avanza Néstor Hernández.
De cualquier forma, sí que surge en forma de pregunta el hecho posterior. Porque aunque González de Lama no se presentara nunca como autor de una publicación al uso, ¿qué pudo pasar para que León no haya tenido en cuenta una obra tan trascendente como es la de González de Lama?. Quien si ha recogido el guante de reivindicarlo a partir de la materialización de su obra, ofrece aquí su versión: «Dicen que nadie es profeta en su tierra, que las envidias cercanas son las peores… No creo mucho en estas teorías, sin embargo, reconozco que en León se da con demasiada frecuencia ese desprecio a sus mejores hombres. En este momento, pasa algo parecido con don José Mª Catón, gran estudioso de los archivos leoneses, también bastante olvidado. Tal vez influya nuestro carácter, la poca relación de la Universidad con los temas leoneses, el escaso interés de las instituciones. Sea lo que sea debemos denunciarlo y evitarlo para siempre».
Néstor Hernández también marca con claridad el hecho del yo y su circunstancia para entender a González de Lama en el contexto de un León y una España de posguerra: «Don Antonio era sacerdote, en León, ciudad conservadora, bajo el mandato del obispo Almarcha, condicionantes que jamás debemos olvidar. Por supuesto, no se enfrentó a sus superiores ni tampoco se significó claramente. Él presumía de ser fiel a sí mismo por encima de todo. Ante temas sociales y políticos mantuvo una postura oficialista; en los temas educativos se distanció claramente de los programas predominantes, defendiendo una enseñanza más experimental, innovadora y menos memorística; y en todo lo relacionado con la cultura se mantuvo alerta a todos los movimientos nuevos, aunque no siempre compartía sus principios. Procuraba estar al día para orientar mejor a quien se acercara a su sillón».
Quién fue González de Lama
Tan solo bastaría con que en este 2023, y gracias a este libro, la figura de Antonio González de Lama cobrara su verdadera importancia y algún joven descubriera que ese nombre atiende a toda una personalidad leonesa más allá del de una calle, un premio o un centro. Porque, como sostiene Hernández Alonso, «en nuestra época, la erudición, la cultura con mayúsculas, no se valora, por lo cual yo acercaría a Antonio G. de Lama como hombre cercano, de quien se podía aprender algo, de lo que fuera, incluso de música moderna, de la que también hablaba, de deportes, de ecología (algunas de sus páginas más bellas están dedicadas a la naturaleza), sin imponer nada, sabiendo escuchar, aunque fueran preguntas absurdas, como ocurría con frecuencia en sus clases, y así sin grandes discursos colaborar activamente en la mejora de nuestra sociedad».
Ya sumergidos en su figura, en el libro se descubre a un Antonio González de Lama que se puede considerar como fuera de catálogo. Repasando reseñas de las últimas décadas, verlo vinculado en seminarios sobre su trayectoria cultural lo acerca a nombres de tanta trascendencia como Victoriano Crémer, Antonio Pereira o Antonio Gamoneda.
Lo que sirve para ir descubriendo que «no era un hombre de orden ni de método. Escribía a impulsos, pero siempre con un oído atento a lo que pasaba en el mundo, no solo en España, y con el otro a sus continuas lecturas, que le permitían escribir de cualquier tema, desde el más liviano al más profundo. Sin duda, existen épocas en su producción: no es lo mismo escribir antes de la Guerra que después (en la antología hay dos partes muy claras); no obstante, destacan algunos temas predominantes, como los textos dedicados a la naturaleza, a la filosofía y a la poesía, su gran pasión, a la que se mantuvo siempre fiel, aunque no fuera un modélico cultivador de ella», tal y como relata Hernández Alonso.
El propio autor explica también que afrontó este trabajo como una continuación de sus investigaciones y en conjunto en su compromiso con la cultura en León: «La antología complementa mi libro anterior, más teórico, orientado al pensamiento sobre todo. En este libro he tratado de conocer los textos del autor desde sus primeras publicaciones, en Valderas, en el semanario Prisma, hasta las columnas más cercanas a su muerte, pasando por otros periódicos y revistas. He seleccionado textos variados en temas, formas, estilos y épocas, tratando de no dejar nada sin protagonismo. Hay artículos muy extensos, profundos, junto a otros ligeros, buscando conjuntar el interés formal y temático. González de Lama era un buen escritor y un gran crítico literario, pero también musical y artístico, facetas desconocidas en aquel León. De todo ello se pueden encontrar ejemplos en la antología», asegura.
Más posibilista que librepensador
Una reflexión interesante que aporta ahora Néstor Hernández Alonso entra dentro de las siempre arriesgadas categorías, que además de no ser certeras pueden limitar el alcance de toda una vida. Si fue o no librepensador en unos tiempos poco propicios a ello es algo que merece la pena escuchar en la voz de Hernández Alonso: «En ocasiones he leído y oído eso de librepensador. Yo tengo mis dudas: en materia literaria o artística en general y enseñanza puede estar acertado ese apelativo, en temas sociales e incluso políticos, don Antonio era conservador, como no podía ser de otra manera en el León de su tiempo, siendo sacerdote y bajo la tutela del obispo Almarcha. Hacía lo que podía, sin olvidar nunca su misión religiosa en el mundo», asegura.
Si este libro es un hallazgo sobre una memoria dormida, por aprender de la historia tendría que ser ya el primer capítulo para poner en valor a Néstor Hernández Alonso. Alguien que ha hecho de la cultura una obligación como forma de estar en el mundo: «Escribo sobre todo poesía, género por el que siento un atractivo especial y de vez en cuando investigo en temas relacionados con mi pueblo, Calzada del Coto, el mundo del deporte, a quien dediqué mi tesis doctoral y la figura y obra de don Antonio, del que me considero un admirador agradecido. Y todo lo hago por honestidad, sin otros fines, por ser fiel a mí mismo, a mis orígenes y a los hombres de los que me siento deudor».
Lugar: Sala Región (ILC)
Hora: 19.30