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Votos por trenes en la Ruta de la Plata para cambiar el rumbo del oeste

Una encuesta de Corredor Oeste agita al electorado con el fin de reabrir el ferrocarril

León

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Corredor Oeste está asociado al intento del costado del poniente peninsular de salir de la hemiplejia que padece desde hace tres o cuatro décadas; la recesión crónica, por distintos motivos, tiene el hilo conversor del tren de la Plata, que termina por explicar el declive de área que escolta las puestas de sol de la piel de toro, herida grave. Corredor Oeste trabaja desde hace meses en reanimar un territorio pendiente del tren que le arrebataron en 1985. El siguiente reto es una encuesta, que agita conciencias, hasta de los políticos, interpelados indirectamente en la pregunta; se trata de preguntar a la ciudadanía si estaría dispuesta a cambiar el sentido del voto en las próximas elecciones que aparecen en el horizonte a corto y medio plazo a favor del partido político que apoye la declaración de la vía de la Ruta de la Plata como de interés general; lo que, a efectos presupuestarios, supondría contar con partidas suficientes para comenzar de nuevo; recomponer trazado, reponer balasto, raíles, incluso en aquellos puntos en los que se ha levantado la red de hierro para convertir el paso en una zona de paseo y bicicleta.

La Ruta de la Plata era una herramienta electoral para una parte del elenco político del país, que amaga con las buenas intenciones de respaldar mociones en órganos parlamentarios para devolver a la vida el tren condenado a muerte en 1985, por el primer gobierno de Felipe González, que se llevó también por delante la vía estrecha de León, aunque llegó a recomponer el envite. No tuvo tanta suerte la Ruta de la Plata de Astorga a Plasencia como el ferrocarril de la Feve.

Aquel elemento de cohesión de siglos que representaba el paso del ferrocarril por el oeste español se presta a un doble salto sin red, porque el ejecutivo amaga ante Europa con decisiones que luego niega en los órganos parlamentarios nacionales, en los territoriales y domésticos, también, hasta reducir la apertura de la línea ferroviaria a las consecuencias de esta ciclotimia agresiva.

Eso es lo que pretende Corredor Oeste con la encuentra sobre si el votante estaría dispuesto a cambiar el voto a favor de las siglas que se comprometan a la reapertura, con todos los condicionantes; no de palabra de boca pequeña, con el apuro este que está encima con las elecciones de mayo; reabrir el ruta ferroviaria de Astorga a Plasencia con el informe y el aval correspondiente remitido a la Unión Europea, y vuelta, hasta que el Ministerio de Transportes autorice a Adif a la aportación económica precisa para empezar a rearmar vía; y luego, los trenes; de Salamanca a Plasencia (porque por algún extremo hay que empezar, razonan los promotores de la plataforma Corredor Oeste, que aglutina a cámaras de Comercio, docentes universitarios, población civil interesada en que el entorno en el que habita progrese al mismo paso que la España desarrollada) con una dotación económica calculada en 900 millones de euros. «Si hay acuerdo del Gobierno de España, Revilla y el País Vasco para endosar 4.000 millones al tramo Bilbao Santander, ¿no va a haber dinero para el tramo Plasencia Salamanca, que tiene un coste de 900 millones y Europa puede subvencionar con 700 millones?»

Y otra pregunta, que va a dejar escozor, y que está colgada en abierto para que la ciudadanía responda si el voto tiene que ver con el compromiso; si se puede votar a quien le niega el progreso, que es el tren, a la España pobre, la del oeste.