El nuevo modelo de familias no encaja en el impuesto de la renta
Los expertos denuncian una falta de adaptación a la realidad social en el IRPF, que hoy arranca la campaña de 2022
Analizar qué modelo es más rentable para rendir las cuentas anuales con Hacienda es la tarea a la que a partir de ahora se dedican todos los ciudadanos con ingresos o rentas que declarar. Hoy comienza el plazo de declaración del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) correspondiente a lo ingresado o perdido en 2022, y las últimas cuentas para adaptar la contabilidad familiar a las exigencias de la Agencia Tributaria, así como buscar las posibles exenciones o rebajas.
A falta de publicar los datos definitivos de la campaña del último ejercicio, la evolución del impuesto sobre la renta, el más fiel indicador de la evolución socioeconómica de cada territorio, pone en evidencia entre otros aspectos el cambio en el modelo de las familias. Y también la necesidad de adaptarlo a la realidad social, algo en lo que inciden los expertos. Los hogares actuales, que evolucionan además a pasos agigantados y de formas enormemente diversas, no tienen un encaje adecuado en el entramado de rendición de cuentas de las familias.
Aunque existen datos evidentes del cambio. En León, en las últimas dos décadas la cifra de declaraciones conjuntas de IRPF (que se centran sobre todo en los matrimonios, y otras fórmulas de regulación de rentas sobre hijos de parejas separadas) se han desplomado un 42%. Desde las 68.765 que se presentaron en 2003 a las menos de 40.000 de 2020, el último ejercicio fiscal detallado por la Agencia Tributaria.
En cambio las declaraciones de la renta individuales se han multiplicado en un 50% en este tiempo, hasta las más de 197.000 del último ejercicio detallado por Hacienda.
En este período de dos décadas el número de leoneses que presenta su declaración a Hacienda también se ha incrementado sensiblemente. Desde los apenas 200.000 que rindieron cuentas con la Agencia Tributaria en 2003 a los más de 237.000 del último año del que se presentan resultados.
Una evolución en la que claramente se presentan dos ciclos diferenciados. Desde 2003 hasta 2010, los años de despegue económico hasta que la crisis financiera se mostró con más crudeza, es cuando se incrementa de forma sensible el número de leoneses que presenta la declaración de la renta. Fueron algo más de 36.000 cotizantes más en esos años. Desde entonces la cifra se ha mantenido, con un ligero incremento (apenas un millar de declarantes más) en los últimos años, también contando con los efectos de la pandemia.
Una evolución que no hace más que evidenciar el cambio en el modelo de las familias. En los últimos tres ejercicios en los que la Agencia Tributaria muestra datos provincializados, la cifra de declarantes del IRPF se incrementó en unos 5.000 sólo en el último ejercicio, tras un descenso registrado en 2019, junto antes de la irrupción del covid.
Con todo, el volumen de declaraciones de la renta individuales sigue una imparable tendencia ascendente, casi 6.000 más sólo en el último ejercicio y más de 7.000 de incremento en dos años.
En cambio las declaraciones que se presentan de forma conjunta han pasado de las casi 69.000 de 2003, a las menos de 44.000 de antes de la pandemia, y a las menos de 40.000 del último ejercicio contabilizado por la Agencia Tributaria.
Cambio de modelo
Los expertos inciden en la necesidad de adaptar la realidad social a la legislación tributaria. Y cumplir el principio de protección de la familia, que ya no está relacionado con el vínculo matrimonial. Sin embargo, «la realidad es que el diseño del impuesto promueve un modelo de familia convencional», que «invisibiliza» a otros tipos de hogares.
Por eso señalan la necesidad de que las políticas públicas fiscales atiendan a las peculiaridades de cada familia, especialmente en el IRPF, que debe ser neutral a la hora de establecer beneficios e incentivos fiscales, pero sigue centrado en la figura del matrimonio.
El hecho es que el modelo impositivo que afecta a la mayor parte de los ciudadanos sigue estableciendo papeles sociales muy definidos y rígidos, cuando debería centrarse, señalan los analistas, en la capacidad económica de los hogares y la neutralidad respecto a las fórmulas y géneros que utilicen para organizarse.