«Hemos encontrado cadáveres de meses»
Sergio Álvarez detalla el día a día de los especialistas: «Hay un olor inconfundible, cuando lo notas ya sabes lo que encontrarás»
Debajo del casco también hay un alma. No es solo un cerebro mecánico preparado para intervenir: «Ves que esto va a más y que es una casuística que no atiende a ningún patrón; hay gente con recursos pero que decide vivir sola. Es terrible», explica Sergio Álvarez, uno de los mandos del Cuerpo de Bomberos especializado en esta cuestión.
La vuelta tras una intervención es fundamental en el plano psicológico: «Hay que digerir lo que acabas de ver y dicen los psicólogos que es una mochila que se nos va llenando poco a poco». Sergio lo individualiza más en los accidentes de tráfico que en los rescates de ancianos: «Excarcelamos a dos niños muertos en Cubillas de Santa Marta y al regreso nadie pronunció una sola palabra».
Otros servicios que son especialmente crudos: «No te queda más remedio que apoyarte en el compañero. Es el componente humano, que no puede interferirte en tu intervención, pero que acaba saliendo».
Las salidas de esta semana en la calle Colón y en Armunia con dos muertes son la cruz. La cara fue esa misma noche: «Tuvimos una alerta de una persona de 94 años que se había quedado dormida y no respondía. Se preparó todo el dispositivo porque por edad y por historial clínico apuntaba a lo peor y resultó que no fue nada». Todavía recuerda Sergio aquel caso en el que «entramos por la ventana y la persona se llevó un susto tremendo, pero luego nos lo agradecía. Quería darnos la propina ‘para que toméis una cerveza’».
Ha llegado a encontrarse en su carrera con cadáveres «que llevaban meses allí». Y no es tan infrecuente hallar personas muertas «de ocho o diez días». La identificación del caso es automática: «Nunca huele especialmente bien, pero hay un olor muy, muy característico que yo ya tengo ‘archivado en la memoria’ y que cuando lo detecto, ya sé lo que nos espera. Nunca fallo. A veces me dice la policía que no me precipite, pero no me confundo, eso lo tengo metido en el disco duro de la cabeza».
Usar mascarilla siempre es uno de los remedios prácticos. Pero hace falta oficio. «Hemos visto a compañeros de otros cuerpos, acostumbrados a sucesos, pero que estas cosas se les hacen cuesta arriba. Yo habré recogido ya 200 cadáveres».