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Sariegos pina en sus pueblos los mayos

Los escolares de Azadinos, Carbajal, Sariegos pueblo y Pobladura se hacen eco de una costumbre ancestral para saludar a la primavera

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León

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Sariegos se ha convertido en depositario de una tradición ancestral que algunos entroncan con el Neolítico. Un ritual que saluda a la primavera elevando al cielo los Mayos. Y los pinó en sus cuatro pueblos junto con los escolares de Carbajal de la Legua, Azadinos, Pobladura del Bernesga y Sariegos pueblo. Los Mayos, que se colocan bien erguidos, están constituidos por troncos de árboles desmondados de corteza que se rematan con figuras humanas rellenas de paja o hierba. Sirven desde tiempos inmemoriales para agradecer la llegada del buen tiempo, los frutos y las flores. Un renacer que la localidad de Pobladura del Bernesga recuperó en 2007 tras setenta años de parón con dos pinos de casi siete metros de altura, adornados con dos muñecos que representaban a un hombre y a una mujer, gracias al impulso de la asociación sociocultural La Panzuela. Una organización que se esfuerza en promocionar la etnografía y la historia del municipio. Aquellos muñecos fueron confeccionados por los niños del pueblo con telas toscas y un relleno de paja. Antes de que la Guerra Civil segara esta tradición en 1936, se pinaban el 30 de abril y permanecían como símbolo durante todo el mes de mayo como protagonistas de diversos ritos para conseguir la abundancia de cosechas o festejar las primeras recolecciones. Incluían una merendola y fiesta de mozos. Siguiendo esa estela, al asociación Tierra Negra se encargó de recuperarlos en Sariegos pueblo en 2017 y el Ayuntamiento ha decidido implicarse de la mano de ambas organizaciones para extender entre los estudiantes la idea de los Mayos, irguiéndolos en un acto escolar.

Los curiosos pueden ver a esas parejas de romanos, lugareños y pescadores en la plaza del Ayuntamiento de Sariegos, en la avenida León de Carbajal, junto a la farmacia, y en las calles Puente de Azadinos (a la entrada del pueblo) y Fuente, en PObladura. En realidad, todos los pueblos han sentido a lo largo de su dilatada historia gran admiración por el renacer cíclico del mundo vegetal, así como por el final del invierno. Dentro de esa mentalidad popular, mayo es concebido como el mes del esplendor de la vegetación, el mes de las fiestas y el mes amoroso por excelencia. La tradición griega y fenicia de los M;ayos la asumieron los celtas al colocar árboles altos y rectos, descortezados y adornados, para saludar a la fertilidad.