«La evolución de la caja ha sido exponencial, nuestra filosofía tiene aún un enorme recorrido»
Hace algo más de 50 años que Cipriano García Rodríguez (Zamora, 1958) se entregó al proyecto de Caja Rural de Zamora, para recorrer «entregando siempre el alma» el camino desde el botones de 14 años al cargo de director general, que ocupa desde hace 20 años. No se plantea otra cosa que seguir. «No me cansa, me encanta. Es un proyecto absolutamente ilusionante». Y el éxito, que triunfa en el convulso escenario financiero de los últimos años, que ha convertido a la caja en «algo que antes era impensable». Cercanía, trato personal, compromiso social en los territorios donde se implanta y un equipo de 350 personas que comparte principios y entrega son las bases de la filosofía del éxito. «Ha habido dificultades, todas las hemos superado sin recibir ninguna ayuda. Ahora tenemos mucho recorrido de futuro».
—La banca ha cambiado radicalmente desde sus inicios en el sector, ¿el modelo de negocio de Caja Rural también ha ido evolucionando?
—Nuestra actividad entonces era muy primaria, pero somos muy perseverantes y constantes, y hemos avanzado proporcionalmente mucho más respecto a los grandes bancos. Cuando empezó Caja Rural no tenía todos los servicios, no estábamos ni autorizados ante el Banco de España, éramos agentes que actuábamos por ejemplo con los negociables del trigo. Los recogíamos e íbamos a cobrar en efectivo a Banesto. Ahora tenemos la misma actividad y productos que cualquier entidad, pero con más cercanía. Tenemos también las mismas herramientas telemáticas y digitales, banca privada, fondos de inversión,... El avance en el tiempo de la caja es exponencial, con un trato personal que es nuestra señal de diferenciación con el resto de las entidades, y es lo que aprecian los clientes. La confianza que les damos.
—¿Qué característica diferencial aporta el hecho de que sea una cooperativa?
—Primero que el beneficio no es el objetivo final de la actividad, aquí nadie se lleva el dinero que se gana. La caja tiene 300 millones de euros de reservas que son los beneficios acumulados de nuestra gestión con el negocio bancario. Nuestro objetivo se centra en dos facetas, por un lado fortalecer cada vez más a la caja con la finalidad de acometer más iniciativas y de mayor importancia, ya que en función de la solvencia de la entidad se puede actuar en operaciones de mayor embergadura; y la faceta social, el desarrollo de actividades y colaboraciones de todo tipo que pretende que una parte de los beneficios que se generan con nuestra actividad revierta en la sociedad. Esa es la diferencia con los bancos.
Mientras el conjunto de las entidades financieras llevan a cabo desde hace años concentraciones y fusiones, y una drástica reducción de oficinas y plantilla, Caja Rural de Zamora sigue creciendo en personal y abriendo sucursales, también en un medio rural cada vez más abandonado. ¿Por qué este ir contra corriente?
Nunca hemos cerrado ninguna oficina de las que hemos abierto, tampoco en el mundo rural. Cuando llegamos a León eran aquellos tiempos de opulencia inmediatamente anteriores a la crisis financiera de 2008, veíamos una actividad y una facilidad para hacer negocio que en no pocos casos se dio la vuelta. Estábamos entonces en el sur de la provincia y en Ponferrada, y tuvimos problemas muy importantes. Pero con nuestra filosofía hemos soportado, sin ninguna ayuda, y es muy importante resaltar esto, sin ninguna ayuda, todas las dificultades que hemos tenido con nuestros clientes y no hemos cerrado ninguna oficina. Ahora seguimos abriendo sucursales. Y cuando llegamos a un sitio somos persistentes, no vamos a dar un pelotazo, donde vamos nos quedamos a soportar lo que haga falta en el entorno en el que estamos. Con la intención de mejorar siempre el negocio, por supuesto, pero somos parte de la sociedad en la que nos implantamos. Y son las mismas caras las que permanecen en cada lugar cuando alguien tiene dificultades. Queremos participar en las posibilidades que tenga cualquier empresa o particular, aún con dificultades, porque entendemos que somos colaboradores y tenemos que ayudarnos.
—Sin embargo el área rural sufre un grave problema de despoblación en las provincias donde están implantados, ¿es más arriesgado hacer negocio en esos lugares?
—Seguimos abriendo oficinas en zonas rurales, pero la expansión importante de la caja no puede estar en ese ámbito. En León capital en muy poco tiempo hemos abierto ocho oficinas, en Valladolid vamos a abrir otra en breve, en Ponferrada el mes que viene, estamos también en Madrid,... Intentamos ser racionales, porque tenemos un compromiso social pero hay que atender a la cuenta de resultados para ejercer nuestra actividad.
—La digitalización supone un problema de exclusión para buena parte de la población, sobre todo los mayores, que tienen un peso importante en provincias como Zamora o León. ¿Ejerce Caja Rural de sostén de esa parte de la sociedad?
—Sí, y hay mucha gente que nos agradece que mantengamos esa forma de hacer. Otras entidades quizá les prestan menos atención, no son el nicho que les interesa.
—Hablaba de la crisis financiera, desde entonces se suceden los problemas en la economía, y también en el sector financiero. De las que su entidad parece estar un poco al margen.
—Posiblemente por nuestra dimensión. Nosotros no tenemos el marketing ni el efecto llamada de las grandes entidades, hemos entendido que en las circunscripciones donde no estamos implantados tenemos que estar presentes y hacer que nos conozcan. Nuestro éxito está en el boca a boca y el cumplimiento cada día, si no damos esa facilidad de acceso a nuestra filosofía de banca nunca van a ser clientes nuestros. Seguimos creyendo que casi todo el mundo quiere ver a alguien detrás de la mesa cuando tiene un proyecto que contar o una dificultad, y aunque ofrecemos todas las posibilidades de digitalización nuestro negocio de verdad es presencial. Y la confianza y seguridad que transmite eso es algo que mucha gente sigue apreciando.
—Se definen como una entidad eminentemente inversora.
—Sí, prácticamente el 80% de los fondos que recaudamos los tenemos invertidos, somos cien por cien inversores. Los crecimientos que tenemos en este capítulo cada ejercicio son exponenciales respecto a las entidades más grandes. El año pasado crecimos un 15% en préstamos.
—En un mercado financiero cada vez más complejo, ¿cuál es su proyecto de futuro, requiere alguna adaptación?
—Nosotros estamos perfectamente adaptados. Haremos los cambios que requiera el propio mercado, pero como estrategia no tenemos ninguno previsto. Lo primero que necesitamos es tener las ideas claras. Si hay un problema hay que conocerlo para poder resolverlo. Pero cuando las cosas funcionan lo importante es reforzar el sistema, siempre abierto al cambio. A la caja le va fenomenal, en los últimos años ahí están los resultados.
—Se refiere constantemente al factor humano, a la importancia de los trabajadores de la caja.
—Tengo que destacar la labor del equipo directivo, magníficos profesionales y también personas, hemos creado un núcleo duro corporativo en la entidad que está convencido de este proyecto, y se lo transmite a los 350 empleados. Esa filosofía de la caja es lo que más vale, y de donde nace absolutamente todo de lo que hacemos día a día.
—¿Qué peculiaridades tiene la economía de León, y la de Castilla y León, y cuáles son más atractivas para su negocio?
—La sociedad leonesa tiene quejas, porque era una provincia muy prevalente a nivel nacional y con el tiempo y las circunstancias como la despoblación o el final de la minería su situación se ha visto muy perjudicada. Pero León tiene mucho recorrido aún, comparado también con otras provincias. A pesar de esos problemas, ahí está la industria farmacéutica, el turismo, agricultura y ganadería,... Numerosas posibilidades. Fuera de aquí la percepción es que hay recorrido, lo que hace falta es unidad para empujar en la misma dirección, eso es fundamental para sacar adelante cualquier proyecto, y el futuro de la provincia ha de ser eso, un proyecto. En Castilla y León la situación es similar. Hay un sector agroalimentario importantísimo, un desarrollo y una calidad absolutamente diferenciadora, que ahora hay que saber poner en valor. Tenemos un ámbito turístico envidiable a nivel internacional, la importante industria automovilística,... En general en toda la autonomía hace falta un poco más de autoestima. León es bastante reivindicativo, y hay que serlo siempre de forma razonable. Y aportar ideas e iniciativas. La unión es la que consigue las cosas.
—La caja está muy cerca de las personas que quieren invertir, ¿es cierto que falta espíritu emprendedor en la provincia?
—Yo no tengo esa percepción. En el ámbito rural la modernización ha eliminado muchos puestos de trabajo, eso es inevitable; otra cosa es que no se hayan buscado alternativas de empleo. Y sólo hay negocio donde hay gente, si no, aunque haya posibilidades de riqueza, no prospera ni se desarrolla socialmente. Aquí no se ha desarrollado una alternativa a la agricultura y ganadería, y a mayores se sufre el fin de la minería, que generaba mucha riqueza en muchos aspectos y un empleo de alto nivel, que diferenciaba a León de las provincias de alrededor. De ahí esa sensación de que nos quedamos atrás.
—¿Qué destacaría de los últimos resultados que han presentado de la caja?
—Sí, acabamos de presentar las cuentas. Este año notamos una ralentización de los préstamos, de las inversiones, a causa de la inflación. También por la subida de los precios el ahorro de las familias no es tan destacado. En general, no sólo en nuestro caso, vivimos la repercusión lógica de una situación como la que estamos viviendo, por la guerra, los costes de todo, que ha distorsionado de forma importante la economía.
—¿Detectan miedo a invertir en esta coyuntura?
—En algunos casos sí, además ante el constante anuncio de las autoridades económicas y financieras de que hay que parar para contener la inflación hay quien se lo piensa y espera.