EL ÚLTIMO VECINO
Severiano Silván, Santa Marina de Torre: «Los pueblos necesitamos algo para que los jóvenes no se vayan a la ciudad»
Ha vivido toda su vida en Santa Marina de Torre, un pueblo en las faldas del Manzanal, aún en la parte berciana. Allí ha tenido tienda, después fue minero y terminó abriendo un bar. Vamos, que por experiencia en eso que ahora se llama la España Vaciada, que no falte.
Si antes ya tenía las cosas claras, más ahora en la atalaya de los 75 años. Los pueblos como el suyo, dice, municipio de Torre del Bierzo, han cambiado para mejor y ya tienen la mayor parte de sus necesidades básicas cubiertas. Por eso, si algo tuviera que pedir a los candidatos sería «algo», como dice Severiano, para que los jóvenes no se vayan. Algo que todo el mundo sabe qué quiere decir, pero que es tan difícil de lograr. Por tener, en los últimos días, hasta ha vuelto a subir la médica, caballo de batalla en muchos municipios pequeños del Bierzo.
Ese «algo» pasa por crear empleo que haga que los jóvenes piensen más en quedarse que en irse a Ponferrada y comprar allí un piso, dice. «Necesitamos que en nuestros pueblos se cree algo, algo para asentar población. Si no, se lo van a gastar en Ponferrada», insiste Severiano.
Capítulo propio tiene, antes, durante y después de las elecciones, que un pueblo tenga bar, «porque el bar es un negocio que da vida». «Un bar es la mejor catequesis», resume a modo de gran frase, que por cierto, es una verdad como un templo.
Severiano Silván ha visto la evolución de los pueblos mineros. Sus días de vida, y también de tragedia, las casas llenas, trabajo... y también los años de decadencia, el final del carbón que tantas heridas en color negro ha dejado en los montes de Torre del Bierzo. Escombreras de lo que muchos años fue ese algo de trabajo que ahora falta. Cenizas que también tienen que dar una nueva vida.