Federico Bayo, Santalavilla: «Cobertura, agua y una gestión adecuada del monte son prioritarias»

El último vecino de Santalavilla es, literalmente, Alejando. Un niño de un año de edad que, después de 56 años, rompió el hielo del invierno demográfico con su nacimiento en este pueblo de Cabrera Baja. Alejandro nació, también literalmente, en el pueblo. Fue un parto en casa. Su padre, Federico Bayo Rojo y su madre, Isabel Corner Bailey, se avecinaron en este pueblo hace dos años después de pasar otros dos en La Baña, la tierra de los antepasados donde Federico heredó unas fincas. Después de mucho viajar por el mundo, Federico e Isabel, volvieron la vista a estas tierras escondidas. «Lo más necesario es la cobertura, ya no pedimos fibra óptica, sino que se pueda hablar por teléfono sin tener que andar buscando dónde se puede hablar», comenta.

De hecho, la conversación por Whatsapp se corta varias veces. Otra cosa que preocupa a Federico es el agua. «Es un servicio básico y la Junta Vecinal tiene abandonado el abastecimiento; no hay agua potable y en verano, cuando se duplica o triplica la población, empieza a faltar», subraya. El año pasado hubo cortes de suministro. Ha decidido dar el paso y presentarse a esta entidad local menor, aunque lamenta que para seis vecinos que viven de continuo haya tres candidaturas. El aprovechamiento del monte es otra de las medidas «prioritarias», apostilla. Cree que urge una gestión más transparente y que dé oportunidad a ganaderos locales y trashumantes a aprovechar este recurso que ahora se les niega porque «está alquilado a una ganadería grande que no vemos por aquí». Federico reivindica el valor de vivir todo el año en el pueblo: «Muchas veces en invierno subimos a desatascar y quitar raíces y gracias a eso tenemos todos agua», añade. Preocupado por el impacto de los macroparques eólicos tiene la esperanza de que los canales romanos les libren de su instalación.