URBANISMO
La ruina de Los Osorios cae al fin tras más de cuatro años
La urbanización de la finca abrirá una nueva calle hasta Nocedo
No han caído de manera fácil. Las casas en ruina de la calle Los Osorios , frente a la plaza del Padre Severino Ibáñez, en el barrio de La Palomera, han mostrado una resistencia que no aventuraba su estructura.
Mientras los vecinos acumulaban quejas por la caída de los cascotes, los focos de incendio repetidos, la suciedad y el descontrol de su okupación, la lentitud de la burocracia y las tretas de los propietarios, embargados al final para que los inmuebles quedaran en manos de la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaría (Sareb), amparaban su mantenimiento en pie. Pero más de cuatro años después del primero de los movimientos administrativos para su derribo definitivo, el último empujón lo empezaron a dar ayer las máquinas.
La pala de la retroexcavadora convirtió en escombros la primera de las dos viviendas que quedaban en pie y que serán memoria antes de final de semana. El derribo da continuidad al que ya se ejecutó en enero de 2021 con las dos anteriores, pero que quedó paralizado por el problema con la propiedad. En este tiempo, el conocido como banco malo demorar la declaración de ruina decretada por los técnicos municipales y el consiguiente decreto que no dejaba más margen que la demolición o la restauración completa.
La sentencia no dio chance siquiera para que el banco malo hiciera valer el argumento de la futura urbanización de los terrenos con la que quería posponer la demolición. La prioridad del derribo, armada en el peligro para los viandantes que resolvían los informes técnicos, dará paso ahora para la adecuación de los terrenos, mientras se avanza en la constitución de la junta de compensación del sector. La finca permitirá alumbrar dos nuevos edificios, con mayor altura, en los que la Sareb fía el negocio para recuperar fondos. La operación servirá además para abrir una calle que dé continuidad a Padre Getino para comunicar esta vía perpendicular de Nocedo con la plaza Padre Severino Ibáñez. El