23-J: el último golpe de timón de Pedro Sánchez, el creador del ‘Manual de Resistencia’
El presidente del Gobierno lanza su traca final cuando se cumplen cinco años de su victoriosa moción de censura contra Rajoy con dos mandatos sin respiro
El presidente del Gobierno ha sellado la suerte de una de las legislaturas más turbulentas que se recuerdan cuando toda su estrategia había ido encaminada justamente a lo contrario, a agotarla hasta el último minuto junto a sus socios de investidura y al compás del lucido escaparate de la presidencia española de la UE. Cuando, por añadidura, el profundo aturdimiento infligido por un catastrófico 28 de mayo parecía sumir a la Moncloa y el conjunto de los socialistas en una pesadilla difícil de espantar.
Pero Pedro Sánchez —lo ha acreditado— reacciona a los golpes, decide y ejecuta: de perdidos, al río de un adelanto de las generales para abortar el posible florecimiento de voces internas en su contra tras la debacle, para resucitar la confianza en que todavía hay partido frente a la apisonadora de la derecha y para apelar a la concentración del voto cogiendo a Yolanda Díaz con lo puesto, que es menos que antes del veredicto del 28-M. La suerte favorece a los audaces, recita la política desde la ‘Eneida’ a Maquiavelo. Sánchez se reta este 23-J al más difícil todavía: sobrevivir al propio ‘sanchismo’.
En un elocuente guiño del destino, este viernes, 2 de junio, se cumple un lustro desde que prometió su cargo ante el Rey después de haber salido victorioso de la primera moción de censura triunfante en democracia gracias a su osadía, trufada de confianza en sí mismo y de una voluntad de poder a prueba de desafíos, las maquinaciones de Pablo Iglesias y el cambio de caballo del PNV. Hasta los ‘sanchistas’ de primera hora, pocos, se frotaban los ojos ante la conquista del poder por aquel desconocido diputado que se había hecho con la secretaría general del PSOE porque así lo quiso la entonces todopoderosa Susana Díaz.
«No sirve pero nos sirve», cuentan las crónicas que fue el maniobrero vaticinio de una Díaz que no vio venir con quién se la estaba jugando. Las viejas luminarias del PSOE tampoco, a las que pasó por encima en 2017 ganando las primarias a la dirigente andaluza y al exlehendakari Patxi López tras vetar —su ya celebérrimo «no es no»— la investidura de Rajoy y haber sido defenestrado en un comité federal de cuchillos largos.
El Peugeot 407
Inmanejable, Sánchez tiró de Gramsci, el ideólogo de cabecera de Podemos, para pasar del «pesimismo de la inteligencia» al «optimismo de la voluntad»: se cogió un Peugeot 407 para reunirse con la militancia en todo el país hasta ganarse el retorno al liderazgo presentándose como David frente al Goliat ‘aparatero’.
Se cruzaron apuestas sobre cuánto iba a durar al frente de aquel ‘Gobierno bonito’ en solitario. Durar, lo hizo poco más de medio año, ahogado por una de esas crisis catalanas —la hoy olvidada del mediador en el ‘procés’— que le han perseguido pese a la ‘política del reencuentro’ con ERC. Fue la primera vez que disolvió las Cortes antes de plazo. Y ganó aquellas elecciones de abril de 2019 aventando el miedo a la ultraderecha de la ‘foto de Colón’ que se dispone a reactivar tras este 28-M de dolores.
Con Rivera y él mismo encelados en no coaligarse pese a poder sumar 180 escaños, Sánchez forzó la máquina de unos nuevos comicios el 10 de noviembre de ese mismo año, a los que concurrió renegando de Podemos por lo mucho que iba a quitarle el sueño, rescatando los mensajes más duros contra el independentismo catalán y dando su palabra de que no pactaría con EH Bildu.
Un magro resultado de 120 escaños trocó las promesas en apenas 48 horas, las que llevaron al presidente, en otra arriesgada decisión, a perdonarse el insomnio y rubricar, ahora sí, el primer bipartito de Gobierno de la democracia. Una alianza que ha normalizado el acuerdo con los de Otegi hasta convertirlos en los únicos —ni el PNV ni ERC— en sacar provecho electoral de los lazos con la Moncloa.
El devenir de estos tres años y medio del segundo mandato de Sánchez es la historia de un vía crucis cotidiano. El jefe del Ejecutivo acudió a su duelo al sol con Feijóo de este domingo congratulándose de los tres presupuestos generales aprobados y de la agenda social refrendada por el Congreso. Pero la legislatura, nunca con puntada firme, se ha ido deshilachando hasta la anomalía de que el PSOE saque adelante con su socio en contra la reforma de ley estrella del ‘solo sí es sí’ valiéndose de la derecha. Este era el colofón de los giros de guión hasta que el revés en las urnas ha empujado al presidente a jugar la baza definitiva. La traca final. El ‘rien ne va plus’ para que el ‘sanchismo’ no termine arrasando al socialismo.