¿Qué es el 'speed' y por qué vuelve ahora la droga de los pobres?
Speed incautado por la policía. DL
El speed es un estimulante del sistema nervioso central . Sencillamente eso. Puede ser polvo blanco y cristalino, como la cocaína y con el mismo sabor amargo que esta última droga.
En el caso de la metanfetamina, la tolerancia es muy rápida y se genera en pocos minutos después de su administración, lo que produce una desaparición de los efectos placenteros antes de que la concentración de la droga en sangre baje significativamente. Los usuarios, con el objetivo de mantener la sensación de euforia por más tiempo, usan la droga de manera repetida, con lo que se consolidan los comportamientos de uso compulsivo.
El resultado de su uso, como la cocaína, es la acumulación de dopamina, y esta concentración excesiva del neurotransmisor es la que, aparentemente, produce la estimulación y la sensación de euforia que experimenta el usuario, según se expresa en un artículo científico de la publicación Elsevier sobre consumidores de esta sustancia.
En contraste con la cocaína, la cual se elimina con rapidez y es casi metabolizada por completo en el organismo, la metanfetamina tiene una duración de acción mucho más larga.
El resultado final es que la presencia de la metanfetamina en el cerebro dura más, lo cual finalmente conduce a la prolongación de los efectos estimulantes de la droga, concluyen los científicos del artículo: J. Royo-Isacha, M. Magranéb, A. Velillab y L. Ruizb.
Al speed siempre se le llamó la droga de los pobres. Pero una nueva industria química clandestina sintetiza sistemáticamente la sustancia y vuelve a contribuir a este patrón cultural.
El speed es una de las drogas que ahora están más de moda. Ni la cocaína rosa, ni las setas alucinógenas, ni el MDMA están tan popularizados como el speed. ¿Cuál es la razón? No hay meandros en este aspecto: es barato, mucho más que la cocaína y otras sustancias como el éxtasis. Y los efectos duran tanto o más que todo este tipo de drogas ilegales.
Además, el speed se produce con cierta facilidad en cocinas clandestinas con ingredientes baratos y fáciles de conseguir. De ahí su elevadísimo potencial como droga de abuso masivo; una moda que está de vuelta, porque la llamada droga de los pobres es tan vieja como la cocaína.