Sánchez y Feijóo se miden hoy solos pero lastrados por sus «amistades peligrosas»
Los dos candidatos a la Presidencia del Gobierno utilizarán el ‘cara a cara’ para sembrar el temor a un Gobierno dependiente de ERC y Bildu, en un caso, o condicionado por la ideología de Vox, en el otro
Tiene poco que ver el modo en el que Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo han decidido prepararse para el único debate que mantendrán antes del 23 de julio. El líder de la oposición no ha detenido su campaña en ningún momento hasta este mismo lunes. Ayer, de hecho, protagonizó en Pontevedra —la única provincia gallega en el que el PSOE logró ser primera fuerza en las elecciones de 2019— el mitin más multitudinario de cuantos tiene programados, ante 12.000 personas. El presidente del Gobierno, en cambio, ha permanecido el fin de semana en la Moncloa, aunque en su equipo sostienen que no ha sido sólo para ensayar su intervención en el cara a cara y leer toda la documentación solicitada a sus ministros sino también para trabajar las dos cumbres internacionales a las que aún asistirá antes de las elecciones: la de la OTAN, en Vilna, el martes y el miércoles, y la de la UE-Celac, en Bruselas, la semana siguiente.
La batalla entre los dos grandes partidos —que tienen en la cita de hoy una oportunidad única para apuntalar la estrategia común de concentrar el voto de la derecha, en un caso, y la izquierda, en el otro, mientras intentan asaltar un centro al que los socialistas tienen por ahora peor acceso— alcanza también al relato de los prolegómenos.
Los de Feijóo ya se han encargado de señalar que si Sánchez ha optado por encerrarse en su despacho es porque no puede «pasear por la calle sin percibir el rechazo de los ciudadanos», ni está en condiciones de llenar actos «gracias al cariño de su partido» como le ocurre a su líder. En Moncloa, en cambio, se esfuerzan por remarcar el perfil institucional e internacional del presidente.
El PSOE sigue considerando que el papel que España ha desempeñando en la UE, los buenos datos económicos de crecimiento y empleo y medidas que, según las encuestas, tienen la aprobación también de los votantes del PP (la ley de eutanasia, el Ingreso Mínimo Vital o la mayoría de las tomadas para combatir el alza de la inflación) juegan a su favor. Es cierto que nada de eso pareció pesar en las autonómicas y municipales del 28-M. Pero los socialistas creen que ahora el escenario ha cambiado porque ya no son los únicos con alianzas incómodas a sus espaldas y ahora pueden ahondar en la cuestión de «¿pactos para qué?». Los suyos, dicen, han traído avances en derechos y libertades. «El modelo de Feijóó está por explicar, pero tiene a Vox como protagonista y su influencia es total», aducen.
El de los socios será sin duda el asador en el que uno y otro pondrán toda la carne. A pesar de que ninguna encuesta le sitúa por ahora en condiciones de hacerlo, Feijóo sigue defendiendo que su objetivo es gobernar en solitario, mientras que Sánchez ya ha reconocido que formará coalición con Sumar y, también sondeos en mano, resulta obvio que solo podrá hacerlo si además logra el aval de ERC, Bildu y el resto de aliados parlamentarios que le han dado apoyo la legislatura. «Eso ya sabemos que significa sumisión y concesiones que España no quiere asumir. Por lo tanto pediremos que le dejen de votar no solo por lo que ha hecho hasta ahora sino por lo que hará hasta septiembre de 2027», esgrimen fuentes de su equipo.
Otro espacio en el que quieren jugar los socialistas es el de la «solvencia», relevante en esa lucha por retener el voto moderado, en un caso, o seguir fagocitándolo, en el otro (el trasvase del PSOE al PP ronda el 8% según la encuesta diaria de GAD3 para este periódico, mientras que apenas es del 1% a la inversa). Para el recuerdo queda esa coletilla machacona —«¿Insolvencia o mala fe?»— con la que Sánchez martilleó a Feijóo en su primer choque del curso político en el Senado. Los socialistas se vanagloriaron entonces de haber pinchado una burbuja. Ahora aspiran a hacerlo ante varios millones de espectadores, aunque, conscientes de que a su líder le penaliza cierta imagen de soberbia, que ha tratado de pulir en sus entrevistas televisivas en precampaña, aseguran que afronta el debate con «absoluto respeto al adversario». «No es un novato», conceden.
Feijóo también preparó ayer el terreno para esa pelea: «A Sánchez se le dan mejor los platós que la gestión; a mí me pasa lo contrario», dijo en Pontevedra. Los dos candidatos tienen aun así una oportunidad de corregir el tiro, en función de cómo les estén yendo las cosas tras el único receso para publicidad con el que contará el debate. Como en los combates de boxeo ambos contarán con sus ‘entrenadores’ —sus jefes de gabinete, Óscar López (PSOE) y Marta Varela (PP)— para enjugarles el sudor y susurrarles al oído.