ATAQUE DE HAMÁS A ISRAEL
Un matrimonio leonés vivió el estado de guerra y logró huir a través de Jordania
- «Oímos las alarmas antiaéreas, nos obligaron a ir al búnker y la calle se llenó de metralletas»
Cuando un millar de yihadistas invadieron el sur de Israel el pasado sábado al amparo de una lluvia de cohetes y «asesinaron a sangre fría» a 260 jóvenes que bailaban por la paz en el festival Supernova cerca de la Franja de Gaza, un matrimonio leonés de viaje en el país para visitar los lugares santos se llevaba las manos a los oídos por el atronador ruido que comenzaron a emitir las alarmas antiaéreas en la ciudad más emblemática de la zona: Jerusalén.
«No imaginábamos qué sucedía. De hecho, yo ni había oído jamás una sirena antiaérea y al principio pensé que era alguna llamada a un cántico, pero en el hotel enseguida nos despejaron del hall y nos obligaron a ir al búnker y vimos que ocurría algo grave», relata Manolo Belinchón, el conocido director del Colegio Leonés, al que pilló la brutal contienda en tierra israelí junto a su esposa Ana De Celis.
«Entre los que nos rodeaban se palpaba mucho nerviosismo, pero el día antes del ataque reinaba una normalidad absoluta. Fuimos a una excursión muy bonita que coincidía con una fiesta tradicional y se veía a musulmanes y judíos muy ataviados para la ocasión. Incluso pasamos a Belén cruzando la frontera de Palestina sin problema y sin sospechar nada», relata.
Noticias «sesgadas»
Entre los que nos rodeaban se palpaba nerviosismo, pero el día antes no sospechábamos nada»
También les sorprendió mucho que declarasen el estado de excepción primero y después el de guerra. «Las noticias que teníamos allí encerrados eran muy sesgadas, intentábamos ver algo a través del Canal 24 horas, pero el ambiente es lo que te hace comprender poco a poco la dimensión de lo que estaba pasando», apunta. Al conocer que un cohete había caído a sólo 10 kilómetros de donde se encontraban la templanza fue disminuyendo y activaron la huída.
«Por suerte, pudimos desplazarnos hasta Jordania y encontramos dos días después un vuelo desde Ammán, porque la opción de partir desde Tel Aviv no era aconsejable porque ese aeropuerto, además de estar amenazado, tenía algún problema de vuelos», recuerda. Cruzar la frontera hacia el país jordano no fue sencillo, estuvieron haciendo cola dos horas custodiados con hombres armados que revisaban cada detalle.
«La frontera estaba muy vigilada, pero estuvimos aguantando el tipo, y una vez dentro el país vimos que estaba fuertemente militarizado. Pasaron al lado tanquetas en Ammán y la calle estaba llena de hombres con metralletas. El despliegue policial era enorme, como también había en Israel». La operación ‘Tormenta de al-Aqsa’ que lanzó Hamás y produjo una matanza de civiles fue contestada con una sucesión de ataques demoledores por parte de Israel, que también cortó el agua y la luz a los habitantes de Gaza. De modo que los primeros y brutales compases de una guerra «que va a ser larga y complicada», según afirmó el presidente del país, se desarrollaron muy cerca de donde se encontraban Belinchón y De Celis, que pudieron ‘salvarse’ con una rápida decisión de huir a través de Jordania.
«Estábamos en un grupo hispanoparlante con gente de México, Argentina... y no todos reaccionaron igual. Unos escaparon a Egipto y otros incluso se marcharon hasta Etiopía», señala. La opción de llamar al Consulado la obviaron al comprobar que podían abrir su propio ‘pasillo humanitario’ hacia el país árabe recorriendo 106 kilómetros. «Buscamos el primer vuelo para España, pero incluso tuvimos suerte en medio del caos porque la guerra ocurrió cuando nos quedaban dos días del viaje», expresa Manolo Belinchón ya desde León y respirando «tras una auténtica experiencia».