Armengol usa las Cortes de León de 1188 para justificar el pacto de la Ley de Amnistía

La presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, aprovechó ayer su discurso de apertura de la XV legislatura para destacar que la esencia transformadora de las Cortes de León, sobre las que se asentó la futura democracia representativa moderna, debe ser el «faro» del parlamentarismo actual y apostó por conservar «intacta» la democracia española ante «tantas» erosionadas por el empeño de «algunos».

Armengol inició su intervención recordando que en marzo de 1188, entre las murallas de la ciudad de León, el rey Alfonso IX desarrolló el instrumento de gobierno del Parlamento, que se convirtió en el primer lugar donde debatir opiniones con libertad y elaborar y aprobar leyes. «Así, en paz, en medio del Medievo y en los claustros de la iglesia de San Isidoro, nobles, obispos y residentes urbanos, es decir ciudadanos, alumbraron la práctica moderna de la representación parlamentaria», precisó.

En este sentido, destacó que las Cortes de León lo transformaron «todo», al «resignificar» el lenguaje político pero también la esencia misma de los gobiernos. «Cuestionaron, por primera vez, lo arbitrario del poder y pusieron el diálogo en el centro. Incidieron en que los representantes no siempre comparten la misma realidad y que ésta está sujeta a interpretaciones. Posibilitaron que esos desacuerdos acerca de la realidad se convirtieran en acuerdos vinculantes para el bien común. Es decir, es a partir de lo diverso donde nace un sistema político integrador», añadió.