La incertidumbre de los consumidores lastra la evolución de la economía de cara a 2024

La alegría del gasto veraniego y el arreón de consumo de fin de año ocultan la marejada de fondo de la economía, que viene larvándose desde hace meses. La realidad de gasto de las familias no es tan boyante como parece, sobre todo en provincias como León, donde retrocede la población en general y la masa activa en particular; la contratación está marcada cada vez más por los sectores más volátiles y la temporalidad y el tejido empresarial se debilita en un microemprendimiento que tiene muchas dificultades para sobrevivir si los problemas se mantienen en el tiempo.

La cuestión de fondo es que la falta de confianza de los consumidores está condicionando ya una evolución económica que seguirá a la baja, y no se sabe cuándo tocará fondo. «El objetivo prioritario es no entrar en recesión». Así lo señaló ayer el director del Coleguio de Economistas de Valladolid, Palencia y Zamora (Ecova), Juan Carlos de Margarida, en la presentación del Observatorio Económico de Castilla y León del tercer trimestre y perspectivas para 2024.

No sólo la incertidumbre de los consumidores lastra el crecimiento económico, sino una inflación subyacente (la evolución de los precios eliminando sus componentes más volátiles, como alimentos frescos, bienes y servicios energéticos) «disparada». Los economistas muestran su optimismo sobre la evolución del mercado de trabajo (y unos salarios que sostienen en cierto modo la capacidad de consumo) y la evolución de los tipos de interés.

En todo caso, según explicó Margarida, de cara al próximo año son necesarias reformas estructurales en el mercado laboral y que los fondos Next Generation (las ayudas europeas a la recuperación) «no se concentren en el sector público». Y lleguen a las pymes, «verdadero motor de la economía local».

Un motor que se va ralentizando, y cuyo pequeño tamaño hace que los vaivenes continuos de los últimos años desestabilicen su supervivencia y acaben con muchas de ellas. Ello puede repercutir en el empleo, y por tanto en la capacidad de consumo de las familias.

Si la cuestión es «cuándo tocaremos fondo, y cuánto tiempo aguantaremos»; la respuesta, según Ecova, son reformas estructurales de calado «sin fisuras ideológicas». Algo que parece complicado en el escenario actual.

El escenario leonés

En el caso de la provincia de León, el informe de los economistas sobre la evolución en el tercer trimestre del año (los meses de verano) incide de nuevo en el declive demográfico de la provincia, de forma especial en el retroceso de la población activa y el aumento del número de inactivos. Hay menos personas ocupadas y la mayor parte trabajan en el sector servicios, con una tasa media de ocupación más baja incluso que la media autonómica.

La reforma laboral tiene unos resultados discutibles en la provincia, según las conclusiones del observatorio, ya que se firman menos contratos, y más de la mitad siguen siendo temporales, a pesar de las nuevas modalidades. En todo caso, la provincia tiene más afiliados, pero sigue perdiendo autónomos.

Un panorama, el de la contratación, difícil de resolver en una provincia que concentra más del 19% de las empresas de la Comunidad, pero en la que casi un 97% son micropymes. De hecho más de la mitad no tiene ningún empleado.

En el aspecto inversor la evolución del mercado de la vivienda se ralentiza, sobre todo como resultado de las dudas de los ciudadanos sobre el futuro económico, que afectan también al resto de las compras importantes.

Una ralentización que afecta de forma preocupante a la inversión pública en la provincia. La licitación fue de 59’8 millones de euros en el tercer trimestre del año, más del 21% de rebaja sobre las cifras del año anterior. Apenas un 13% del total invertido por el conjunto de las administraciones públicas en el conjunto de la Comunidad.

También se redujeron el ahorro y el endeudamiento de las familias leonesas.