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Los Reyes traen el frío que había prometido Papá Noel

La colorista cabalgata que cierra las fiestas este año topa con las bajas temperaturas y un espectáculo lleno de luz y de sonidos; el público se reparte más en la zona del centro del recorrido que en el inicio

Los erizos llamaron la atención. MARÍA FUENTES

León

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Sucede llegada la mañana de hoy que cuando el chocolate caliente, la bollería de final de fiestas y los regalos se amontonan debajo del árbol, se da la vuelta completa al calendario de verdad y ya es año nuevo, el de la vida nueva que en realidad es no más que una vuelta de tuerca.

Porque ayer la Cabalgata de Reyes puso el último eco a las fiestas de Navidad más bonacibles de los últimos años. Únicamente falló que la noche trajo la temperatura del final de las fiestas para los termómetros del principio del calendario. Quedaron atrás las bolas de la lotería, la Noche más Buena, la Navidad que apenas fue blanca, alguna inocentada perdida, los deseos de las uvas que esta vez no se cumplieron y el 2024 que ya más que feliz es presente.

Una suerte de representaciones oníricas abrieron el cortejo en la capital. Las plumas blancas antecedieron a los seres alados negros de ojos azules, primos lejanos de Blue en Jurassic Park, pero con el mismo éxito entre los más pequeños. Close Act llegó desde los Países Bajos y Apus desde el Reino Unido hicieron que la magia se apoderase de las inmediaciones del Auditorio cuando ya está finalizado el Festival Internacional.

PATINADORES

Por detrás, los patinadores leoneses con guisa de erizos merced a los globos de colores hicieron el resto antes de que el camión Magirus de la flota de los Bomberos de León desde 1963 se apoderase de la calle y de las miradas de los viandantes, más concurridos en número en las aceras al principio del desfile y más dados a los huecos al final. Después de que pasara el grupo de elefantes y el cascanueces, con su corte de seguidores, comparecieron Melchor, Gaspar y Baltasar. Al último le tocó en suerte la coreografía más animada de la noche, que para algo había tinte de color y ritmo en la piel de los integrantes de la formación.

Posteriormente el autobús urbano decorado con motivos navideños cerró el cortejo y la celebración. Se había calculado el reparto de más de 100.000 piruletas aptas para celiacos. Participaron unas 300 personas entre figurantes, actores, monitores y patinadores. Colaboraron también tanto la Policía Local como Protección Civil. Y todo, en el marco de la conclusión de las fiestas.

Los estertores finales del desfile dejaron los nervios de los reyes de la casa, los más pequeños. Preparativos para la noche más hermosa, carreras por los últimos preparativos, los langostinos finales para la cena de cierre de eventos gastronómicos y los propósitos de nuevo año que esta semana ya se materializaron en los gimnasios y que mañana se dan un festín de tarjetas de crédito en las tiendas de moda y de las modas. Es el puente hacia la vida después de la Navidad.

En nada, los guirrios y los zafarrones se adueñan del panorama y dan una interpretación a la ida que cobra sentido con el San Valentín del 14 de febrero que este año pone oscuro el Miércoles de Ceniza. De ahí a Semana Santa son solamente 40 días y luego el verano llama a la puerta de casa. El que con el frío de ayer no se consuela pensando en la playa, es porque no quiere. Ya huele a mar. Y a vuelta al cole, y a San Froilán, y a Los Santos y al eterno bucle que es la vida, convertida en un círculo con aire de ruleta al que de nunca hay que dar el tajo. O a lo mejor sí. Es aquello de cambiar algo para que algo cambie.