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UNA NUEVA VIDA

Teatro Trianón: Sudar la camiseta en León al estilo de María Antonieta

- Fue el sueño de Octavio González Canseco porque en los años 40 León ‘sólo’ tenía cinco salas de cine. Hoy invierte más de medio millón de euros para abrir este verano un moderno gimnasio, ambientado en el palacio de Versalles

León

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Un operario sube y baja la escalera imperial que comunica las dos plantas cantando con buen tono y mejor pulmón La bien pagá , sin que el cubo repleto de escombro que acarrea le quiebre el resuello. «No hay obra sin música», sanciona el encargado. Un arquitecto recuerda las noches de contoneos y copas en la discoteca. Se busca a quien confiese que allí vio estrenos cinematográficos que delatarían su edad. Por la roñosa puerta llena de pintadas aparece, adornada por una evocadora sonrisa infantil, la cara de un mozo adornada con un moñete rizado. «¡Cuántas veces corrí por aquí! Qué recuerdos». Las mil vidas del Trianón se asoman por la rendija que (al fin) un nuevo proyecto empresarial ha abierto en su irrespirable ambiente interior de porquería.

Los restos de casi dos décadas de abandono cubren los despropósitos con los que las últimas actividades castigaron la parafernalia original del edificio concebido como elegante teatro. Las humedades invaden cada esquina y desploman techos y estructuras. Las hogueras de los okupas han teñido de negro las doradas molduras y techos de la parte superior del inmueble. Las histriónicas pinturas del negocio de juegos infantiles embadurnan paredes y paneles decorativos; la basura oculta, casi por fortuna, un suelo plástico de colores chillones que condena la madera que lo sustenta. También podrida en buena parte. Quedan aquí y allá restos metálicos de los ‘palcos’ donde se bailaba. Sobre todo ello, una gran capa de excrementos de las miles de palomas que durante años se colaron por las fracturas de la gran vidriera de la fachada.

La retirada de la mugre centra los primeros trabajos de los operarios que se esfuerzan por oxigenar el deprimente escenario en el que se había convertido aquel rumboso teatro que desplegó sus sueños y ambiciones en los años 50. El Trianón cambia radicalmente de rumbo, pero salva sus maltrechos huesos. Comienza una nueva era para el inmueble que engañó a la perspectiva desde su chaflán, y mira desde hace ya más de 70 años a la torre de San Isidoro cara a cara.

Al fin un inversor, Acibel BV, adquirió un inmueble que no encontraba destino en el uso que se le asignaba anteriormente, pero sí logrará salvarse gracias al cambio de registro urbanístico. Será un gimnasio, de la potente cadena europea Basic Fit. El tercero en León: la propuesta de fitness low cost tiene ya un local en la zona de la Universidad, abrirá otro en el centro comercial de La Lastra y tendrá en el antiguo teatro su tercera propuesta en la capital leonesa. 

El Trianón comienza a respirar con el proyecto redactado por el arquitecto Isaac García Álvarez, que al fin se pone en marcha, con el objetivo de abrir el gimnasio el próximo verano. Las primeras visitas las hizo con mascarilla, tuvo que comprar una iluminación de gran potencia para escudriñar no ya los rincones a recomponer o conservar, sino los pasos que dar sin descalabrarse. Ahora afronta la primera fase del proyecto aprobado, la de restauración, conservación y consolidación del edificio. Sobre el papel el presupuesto es de 450.000 euros, en la práctica la factura superará generosamente el medio millón. «Vamos a recuperar con mimo, y el deterioro es enorme. No será fácil. Pero cuanto pueda será salvado y restaurado».

Pese a que el edificio no convenció a Patrimonio para ser Bien de Interés Cultural, las exigencias para la obra que ahora se emprende no son pocas. Llama la atención si se contempla la invasiva herencia de los negocios anteriores, pero entra dentro de la filosofía del nuevo proyecto. Que salvará cuanto pueda: desde luego el balaustre de la escalera imperial que rodea la entrada principal, las molduras que se han salvado (otras tendrán que ser respuestas), las vidrieras, y una estética exterior que se centrará en los tonos neutros: blancos, grises y negros. Hasta para identificar el nuevo negocio se aprovecharán los ventanales de las carteleras exteriores que en otros tiempos anunciaron estrenos cinematográficos y actuaciones teatrales y musicales.

RAMIRO

En el interior se restaurará también todo lo que sea posible: la escalera y la vidriera sobre todo, la cúpula y el techo principal con sus angelotes (que no tienen valor artístico, pero serán limpiados); las doradas molduras que han sobrevivido. Poco más. El espacio diáfano será el protagonista de un moderno centro deportivo en el que se adivinará la división de los antiguos espacios del teatro. 

En la planta sótano se ubicarán los vestuarios y un espacio de almacén. La principal conservará su entrada (en la que se eliminará el falso techo sobre el primer piso para disfrutar de la vidriera en toda su dimensión), que dará entrada a zonas de entrenamiento diferenciadas: fuerza, masaje, estiramiento, máquinas y peso libre. Las tres primeras en la antigua zona de butacas, la otra en el ‘foso’ habilitado en su día para músicos y la última en el antiguo escenario. A su lado estarán la entrada y los vestuarios para las personas con discapacidad, que tendrán también rampas y un ascensor, cerca de la puerta principal, para comunicar las dos plantas principales. El vestíbulo dispondrá además de una zona de vending. 

En la primera planta la ocupación del gimnasio es mucho más reducida. Las filas más bajas del anfiteatro se nivelarán para crear dos zonas de máquinas de cardio, que tendrán una vista privilegiada sobre el espacio inferior; y la parte posterior se cerrará para colocar la maquinaria de ventilación. 

En la zona superior, donde antes estaba la vivienda de los conserjes, se cambiará la cubierta y se sanearán las terrazas, pero no habrá intervención. 

Es el futuro de un edificio que, según recoge el arquitecto Luis Algorri, se libró de la piqueta porque en 1986 se inició un expediente de declaración BIC, aunque se archivó en 2016. Entre tanto aquel teatro afrancesado fue discoteca desde 1986 y lugar de ocio infantil (Indiana Bill) entre 1996 y 2005.

El palacio de María Antonieta

Fue el empresario Octavio González Canseco quien encargó la obra al arquitecto Javier Sanz (que intervino en el Emperador, también en el Bérgidum de Ponferrada o el Pérez Alonso de La Bañeza) en 1946. Un edificio de espectáculos que «agradase e impresionase», necesario porque entonces ‘sólo’ había cinco cines en León. «Limpiamente elegante», según las crónicas de la inauguración, en enero de 1953. Fiel al estilo del palacio que Luis XVI construyó en Versalles y entregó a María Antonieta. 

El de la reina fue el nombre elegido inicialmente, pero para no confundirlo con el Cine Mari, se decidió adoptar la denominación del palacio francés. En la inauguración se destacó la construcción como un «alarde de finura y buen gusto». Los angelotes del techo, que representan las cuatro estaciones, son obra de Tavera. 

Isaac García se refiere a Algorri para destacar la valiente solución de ingeniería que aún hoy sostiene un anfiteatro con capacidad para 450 espectadores sin columnas sobre el espacio principal de la planta baja. Una gran viga de luz libre de 19 metros de largo (tiene alrededor de uno de ancho) que soporta aún hoy la estructura. Una solución de mediados del siglo pasado cuya responsabilidad el arquitecto dejó en manos de la constructora. Fue el ingeniero Carlos Roa su encargado. 

La mayor dificultad para hacer realidad el teatro, sin embargo, estuvo según González Canseco en «el acopio de materiales en estos tiempos difíciles». Los de la posguerra. 

Su deseo era claro: «Que mi teatro sea el teatro de León». Vivió años de gloria, por él pasaron los mejores artistas de las décadas de los 60 y los 70. Cambió de registro. Estuvo amenazado de muerte. Ahora inicia una nueva vida. Los nuevos clientes sudarán la camiseta bajo el estilo de María Antonieta. Y será de nuevo de León. Al fin, mirando otra vez al futuro.