El boulevard del comercio de las gangas se actualiza
El ‘hazme un bizum’ llega al Rastro
La modernización de la venta ambulante incluye ya el pago instantáneo con el móvil y con tarjeta en varios puestos de los 450 de Papalaguinda
El pago instantáneo sin efectivo y desde el móvil ya ha llegado al Rastro dominical de León. Era cuestión de tiempo. Con la expresión ‘te hago un bizum’ ya asimilada a la jerga común, sólo faltaba que este sistema puesto en marcha por el banco Central Europeo en 2016 se extendiera como una mancha de aceite a sitios, a priori, poco comunes.
Pero la actualidad manda y la tercera y hasta cuarta generación de los patriarcas de la venta ambulante que nutren el Rastro dominical han empujado para que algunos puestos ofrezcan ese método para pagar las prendas.
Son unos pioneros en el conjunto de 450 estands que hacen un razonamiento simple, facilitar la venta por todos los medios posibles. De hecho, no siempre se lleva dinero físico suficiente cuando se va a revolver o a echar un vistazo a las gangas del Rastro. Y junto con los «tres calcetines a un euro», que seguramente uno tenga entre la calderilla, cuelgan abrigos de piel o tela impermeable de 80 a 120 euros. También deportivas al último grito, chándales de lujo y sudaderas. Así que el flechazo con alguna de esas ‘monadas’ puede traducirse en un pin pán de números en el móvil, y pagado.
Hace un año que el pago con tarjeta se instauró en algunos puestos, al que ahora se ha sumado el bizum. Nuevas facilidades para los clientes y tratos adaptados al siglo XXI. Así que Papalaguinda se convertirá hoy en un hervidero de furgonetas, puestos y entregados comerciantes que anuncian chollos imposibles de encontrar en otro lugar, ya como un ‘gran bulevar’ comercial. A lo largo de los 1.100 metros que separan la plaza de Guzmán de la de Toros se extenderán esos casi medio millar de puestos alineados a derecha e izquierda. Algunos llevan 40 años cuando el Rastro comenzó a echar raíces en la Plaza Mayor.
Se quejan de que primero la crisis y después la pandemia les ha hecho perder hasta un 40% de volumen de negocio. Un revés que sin embargo no trunca sus ilusiones. «Del rastro hoy se malvive, pero es nuestro puesto de trabajo», aseguran.
El 80% del mercadillo lo integran puestos ambulantes gestionados por el pueblo gitano. Cada domingo se abonan 5,5 euros por un puesto de dos metros, 11 euros por uno de cuatro metros y 16,5 por uno de seis metros. El pago supera los 4.000 euros en conjunto y se notan en los 230.000 euros que el Ayuntamiento de León liquida al año por los tributos de los mercados de abastos.
Algunos recuerdan como un mal trago del Rastro cuando Francisco Fernández les obligó a desplazarse a Clarés en 2011. El sitio no reunía las condiciones básicas, estaba muy alejado y la gente apenas iba. Después de una larga batalla por reconquistar Papalaguinda, —«gracias a Emilio Gutiérrez»— el moribundo rastro recuperó la alegría de antaño el 24 de julio de ese año, aunque las vacas flacas afectaron a todos y luego llegaron los eses de cierre con la pandemia y la imposición de sólo colocar el 50% de los puestos, hoy superado.