Diario de León

Prisiones

Un peligroso recluso leonés da una charla en la Universidad Complutense

Santi Cobos estuvo considerado uno de los delincuentes más conflictivos de todo el país

Santi Cobos, en una imagen de archivo.

Santi Cobos, en una imagen de archivo.DIRECTA

León

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Santi Cobos (San Andrés del Rabanedo, 1968) fue considerado uno de los cinco delincuentes más peligrosos del país durante muchos años. Fue recluso Fies (los de consideración más delicada), pasó muchos años en aislamiento y ahora disfruta del tercer grado.

Lo aprovecha para pronunciar conferencias como la de este martes en la Universidad Complutense de Madrid. Y ha participado en el libro Pájaros Azules obra de Zigor Olabarría.

Cuando ingresé en la cárcel por primera vez tenía 16 años. Me encontré un terreno inhóspito donde la violencia estaba allí por bandera: violencia en el ambiente, violencia para hacerte un lugar, para demostrar si eres depredador o presa, violencia de la arquitectura, de la castración de sentidos», explicó a los alumnos de la Facultad de Derecho. «Violencia directa también, de los carceleros y entre presos. Corres un peligro inminente y los reflejos, como mecanismo de protección del ser humano, se activan. Desde el momento en el que entras en prisión estás activado, estás expuesto a situaciones que no conoces y ves cosas muy gores a tu alrededor. Hay mucha violencia gratuita, era habitual que los carceleros diesen una paliza o rompiesen un hueso a algún preso. Las humillaciones eran constantes y la psicosis el orden natural de las cosas».

Después de 17 años clasificado como Fies rememora sus andanzas: «Estábamos calificados los presos sociales especialmente reivindicativos y conflictivos (los que habíamos promovido fugas, motines o secuestros de carceleros). Había de todo, aunque la mayoría éramos chavales de la calle y de ambientes empobrecidos; pero también había algunos hijos de militares o de familia más pudiente. El Fies es un submundo, una cárcel dentro de la cárcel. Era un aislamiento total, un régimen extremo e ilegal, y no lo digo yo, lo dijo el Tribunal Supremo de España. Las medidas que nos aplicaban mediante circulares y normativas vulneraban normas y leyes de rango superior de la Constitución o del reglamento penitenciario general. Por ejemplo, el reglamento penitenciario permite como máximo castigo un aislamiento de 14 días, tres veces seguidas como mucho, en total 42 días. Pero en el Fies-1 el aislamiento era el régimen ordinario».

Se acerca a las posturas más extremistas a la hora de analizar el régimen penitenciario: «El objetivo del aislamiento es anularte. Como dicen ellos “eres un cáncer para la prisión, un elemento subversivo que ha luchado contra las cárceles o que es dañino para las cárceles”. Por ende, buscaban anularnos con un régimen más salvaje. Llegado el momento, las condiciones que te sometían te superaban y mucha gente se volvía loca. Entras en aislamiento, no tienes ninguna referencia de nada, incluso pierdes la referencia contigo mismo. En un régimen FIES no estás con otros presos, estás en una galería con seis u ocho personas como mucho, al margen de la prisión, sin contacto con nada. Acabas completamente ido y de allí no regresas, evidentemente. He visto a gente entrar en esa fase de la locura y comerse su propia mierda. Llegado a ese punto es como si el sistema hubiese logrado su objetivo, te has vuelto loco y has perdido la razón».

El aislamiento es un problema serio: «Muchas veces se dice que el aislamiento es la soledad, pero en verdad no es la soledad. Es verdad que estás solo en sentido material, pero tienes algo que te está hablando constantemente: tu propia cabeza. Lidiar con eso es muy difícil. Al final, cuando estás agobiado, buscas la compañía de alguien, buscas materializar un alivio».

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