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Exrecluso leonés considerado uno de los más peligrosos de España

Santi Cobos: «Estar en aislamiento es entrar en otra cárcel dentro de la cárcel»

Santi Cobos está presentado su libro por el país. ITXASO RUIZ MARDARAS/HORDAGO

León

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Atiende la llamada con la misma tranquilidad con la que ha recuperado la normalidad de su vida, si es que alguna vez la tuvo. Acaba de salir de una charla en la Universidad Complutense, pero se alegra de tener contacto con su tierra: «Voy a estar por allí Este fin de semana. Todavía tengo mucho contacto con León y mi familia. Sigue toda entera por ahí. Lo que pasa es que yo ando mucho por Vitoria por los temas del tratamiento penitenciario». Santi Cobos explica su experiencia en la prisiones desde el prisma leonés. Acaba de editar P ájaros azules, un libro de Editorial Argía que escribe junto al periodista vasco Zigor Olabarría.

—¿Qué es de la vida de uno de los reclusos más peligrosos del país ahora que ya no está en prisión?

—He estado trabajando en Vitoria, en una librería y así y ahora estuve haciendo campaña de la vida. Llevo dos meses fuera de prisión y la verdad es que estoy bien, no me quejo. Podría irme mejor porque estoy arrancando.

—¿Sigue teniendo relación con León?

—Sigo vinculado a León. Me fui con 19 años y salí de prisión con 43. Todo este tiempo que he estado en la cárcel he estado fuera. Estaba en el País Vasco por interés para el tratamiento, porque estaba en esa prisión y me interesaba. Mi familia y mi gente está toda en León. Quería ir este fin de semana, pero no sé cómo estarán las carreteras con lo de los tractores porque para ir de Vitoria a Madrid tardé ayer nueve horas. Pero cada 15 o 20 días estoy en León.

Trayectoria

«En León pasé por el reformatorio, por la cárcel vieja y por Mansilla, luego ya fui a otras cárceles»

—¿Conoció Villahierro en algún momento?

—Estuve en el reformatorio de León, en la cárcel vieja del paseo del parque y en Mansilla. También he estado en otras muchas cárceles y la verdad es que las cosas que cuento en el libro también han pasado en León. No es solamente la prisión en sí, sino el régimen en el que te encuentres y cuando llegas a una aislamiento muy cerrado. León también está mal. No deja de ser un agujero porque la cárcel si estás en un aislamiento, se reduce a una galería con unas pocas celdas, un pequeño patio y el endurecimiento es considerable porque estás en un régimen muy severo. Puede ser una macro cárcel o puede ser una más abierta, pero si estás en aislamiento estás en otro mundo. Estás en una cárcel dentro de la cárcel. Es así de sencillo y de duro.

—Pero entonces ¿defiende la tesis de que las penitenciarías no reinsertan?

—Yo no es que tenga la teoría de que la cárcel no sirve para nada, es que mi vivencia en todas las prisiones en las que he estado me hace decir lo contrario. En el libro ya digo que esto es un negocio en el que la materia prima somos los usuarios, las personas que hemos estado allí presos y que somos moneda de cambio de muchas cosas. Nos usan para muchas reivindicaciones. Dicen que los funcionarios son un grupo de riesgo, que si son lo uno o lo otro y es legítimo que piden, lo que tengan que pedir, pero no me parece bien que metan de por medio a la población reclusa siempre y que utilicen la política de miedo, porque eso vende mucho. Para conseguir tus fines, laborales o como quieras llamarlo, tiene que haber otros métodos. Con eso no estoy de acuerdo. Al final somos personas los que estamos allí y hablan de ello, pero luego las estadísticas les dan la espalda. Por dar un dato, nunca ha muerto un solo funcionario de prisiones a manos de un interno en la historia de las carteles españolas. No hay ni una sola muerte con lo cual algo sospechoso es que siempre se esté diciendo que están amenazados, que tienen peligro y que viven con asesinos y violadores con mucho peligro. Si fuera tanto peligro, en la historia habría habido muertos como los ha habido de la guardia civil o de la policía. Tendría que haber habido víctimas y no las hay, será por algo.

—¿Cómo es la vida de un preso de máximo riesgo en aislamiento?

—He estado más de 17 años en módulos de aislamiento, viviendo una vida sórdida. Hay muchas situaciones y la palabra tampoco es la cosa, no le da la dimensión adecuada a lo que es una cárcel o lo que es una zona de aislamiento. Son cuatro palabras.

—¿Por qué se decide de repente a escribir un libro?

—Porque ya llevaba 10 años en la calle. Me hicieron un artículo, porque he participado algunas veces en determinados foros. He estado en algunas universidades hablando sobre esta temática, porque al haber estado tantos años en prisión, se busca documentar un poco el tema porque es un mundo aparte. Hay muchos tópicos y películas y por alguna razón me han llamado más de una vez. Tuve una entrevista con Jordi Évole y hace un poco de ahí. Empezaron preguntándome por los presos de ETA, que yo tenía relación con algunos de ellos y Zigor Olabarria me animo y yo pensé que tenía algo que contar. La idea nació dentro de este mundo de intramuros.

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«En toda la historia de las cárceles no ha muerto un solo funcionario, pero reclusos muchos»

—¿Cómo ha sido el proceso para editar el libro?

— Es una parte bonita de todo esto. A mí me ha permitido desahogarme y seguir luchando. La cárcel ni rehabilita ni se ha portado bien y al ponerle voz socializas el tema y también te da opción de crear amistades, que ha sido parte del proceso. Es bonito enseñar que en la cárcel hemos tenido relaciones normalizadas de solidaridad y cariño, al contrario de la idea equivocada que se tiene en la sociedad. Ha sido bonito el recibimiento.