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El nuevo mercado del Conde reabre pero a medio gas

La primera fase, a la espera de la entrega completa prevista para junio, se estrena con diez puestos abiertos, uno vacío y la otra mitad pendiente de que el Ayuntamiento saque a concurso sus ocupación con nuevos vendedores

Descripción de la imagenMaría Fuentes

León

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El nuevo Mercado del Conde vuelve a abrir, aunque sólo a medio gas, con apenas una decena de puestos abiertos, uno vacío y la otra mitad a la espera de la entrega definitiva de la obra prevista para junio pero sin que el Ayuntamiento haya sacado siquiera el concurso público para buscar comerciantes interesados. Las instalaciones, edificadas en el año 1929, reformadas en 2004 y ahora renovadas por completo, con una factura de 1.833.768,54 euros, cofinanciados por la UE, afrontan con renovada "ilusión" el reto de "resurgir como antiguamente y ser el núcleo comercial de León", como confía Inma Soto, la vendedora más antigua con puesto propio en la plaza.

El estreno se sucede después de más de 15 meses de obras, casi el doble de los que se habían apuntado. Los trabajos, ejecutados por Decolesa, comenzaron en el otoño de 2022, tras la renuncia de la primera empresa adjudicataria por la imposibilidad de ejecutarlas sin salirse de la factura a la baja que había apuntado, y no acabarán hasta junio, como pronto, cuando se entregará la otra mitad de la plaza, la más cercana al palacio del Conde Luna, y las taquillas exteriores desde las que recoger la compra que se podrá hacer por medio de una aplicación electrónica.

Uno de los vendedores no ocupará el puesto por el poco espacio que le queda.DL

Mientras tanto, los veteranos de la plaza, que durante la primera fase de las obras se agruparon en la otra mitad de las instalaciones, se reubican. No todos permanecerán. Tras ver los nuevos puestos, la carnicería Maxi ha decidido no ocuparlo porque "parecía un quiosquín de periódicos", como relata su vecina, Ariana Suárez, quien cuestiona que en algunos casos los espacios se han recortado. "Nos han reunido 40 veces y, al final, no han tenido en cuenta necesidades. La estética es bonita, pero los puestos son poco funcionales para lo que es un mercado", sentencia la vendedora, cuarta generación de la carnicería y casquería Suárez que su bisabuela, Valentina Villalón, ya tuvo hace más de 100 años en la histórica plaza cerrada, donde fue "la primera señora en tener cámara frigorífica".

Suárez insiste en que les han hecho "perder el tiempo" y que, pese a venderles que "era a coste cero, algunos ya llevan invertidos 20.000 euros en mesas, tablas y equipamiento". "El espacio es menor y no han cumplido", reafirma su vecino, Jesús Panizo, segunda generación también en el mercado. 

Inma Soto, vendedora más antigua con puesto propio, y su marido, Emilio Fidalgo.DL

Aunque no todos se muestran de momento tan a disgusto. Luis Carlos Escanciano admite que "hay que ajustar algunas cosas y detalles que mejorar", pero confía en que el nuevo diseño "traiga más gente porque ha quedado más atractivo". "El problema es la zona porque nos hemos acostumbrado a ir a tomar el vino con el coche y aquí no se puede entrar", concede el volatinero, segunda generación de un negocio, creado en 1963 por su padre, Aureliano, del que ya empezado a comenzado a coger el relevo su hijo, Carlos.

Ariana Suárez, cuarta generación de un puesto que ya tuvo su bisabuela.DL

El mismo optimismo muestra Inma Soto. Detrás del mostrador de su puesto de embutidos y quesos, la "vendedora con puesto propio más veterano, aunque quien más tiempo lleva es el del Rubio", espera que el Mercado del Conde Luna "suba para arriba". "Al principio estuve disgustada porque tenía buen puesto y cuesta cambiar, pero son unas instalaciones más modernas y es para que funcione mejor", remarca, acodada  en el mostrador junto a su marido, Emilio Fidalgo.