Diario de León

Tribunales

El acusado de matar a un universitario no sabe qué se le pasó por la cabeza

La familia del finado acude al juicio: «De la cárcel se sale, del cementerio ya nunca más»

El acusado, en primer término, con la fiscal Laura Campillo, el letrado Fernando Rodríguez Santocildes y el abogado Enrique Arce. RAMIRO

León

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Gresca

La defensa se enzarzó con la fiscal: «Una acusación limpia no puede decir que el procesado va a mentir»

«No sé lo que me pasó por la cabeza, perdí el control. Le di un golpe, salí corriendo, llamé a un amigo y me fui a mi casa. Al día siguiente vino a por mí la Policía y les entregué la navaja. No sabía que le había matado», dijo el universitario de la Facultad de Derecho acusado de acabar con la vida de otro estudiante de la Facultad de Ciencias de la Educación Física en la primera jornada del juicio que se sigue en la Audiencia hasta el viernes.

«Llevaba navaja por casualidad, no tenía cuentas pendientes con nadie, fue fortuito. No le conocía de nada. Sólo puedo decir que lo siento mucho, que les he escrito una carta y que lo que esté en mi mano para ayudarles, lo haré», explicó el procesado, ahora autor confeso de los hechos.

No se lo cree la fiscal, Laura Campillo, que recordó a los miembros del jurado que el autor confeso de los hechos «mató a la víctima por la espalda, sin darle opción a defenderse y amparado ahora por la excusa de que estaba ebrio y drogado como si eso le diera derecho a matar». Pide para el procesado 22 años de prisión y casi 200.000 euros en indemnizaciones.

«SÓLO TENÍA UN CARAMELO»

Campillo parafraseó a la madre del fallecido: «Lo único que tenía mi hijo en los bolsillos era un caramelo». La familia del finado prorrumpió en el llanto en ese momento. Según su relato, la madrugada del 16 de mayo de 2021 se produjo una pelea en el merendero de La Torre. A resultas de la trifulca se produjo una segunda y en medio de esta bronca, el procesado esgrimió una navaja y acuchilló al joven cántabro, que murió dos horas después.

El acusado se negó a responder a preguntas que no procedieran de su propio abogado. «No tuve ningún problema con él (refiriéndose al fallecido). Saqué la navaja, es verdad, pero la guardé. Estuve intentando hablar con él pero volvió a pegarme y ese fue mi punto de inflexión para perder el control».

El ambiente «era bueno, pero empezaron a agredirnos sin justificación y saqué la navaja. Me dijo que la guardara, estuve hablando con él y se puso a agredirme», justificó.

Explicó cómo fue el movimiento del navajazo «de arriba a abajo» y destacó que en ningún momento persiguió a la víctima. «No puedo explicar qué me ocurrió, fui presa del pánico», dijo. Reseñó que después salió de la zona acompañado por dos amigos: «No supe que lo había matado hasta que abrí la puerta a la Policía».

Fernando Rodríguez Santocildes, abogado de la familia, expresó en su primera intervención que representa a sus padres «y no a él, que hubiera terminado la carrera de Ciencias de la Actividad Física este verano», señaló el letrado. «No encontró la muerte el 16 de mayo, lo mataron y dejaron una familia destrozada», apuntó. «Cada día sus padres ven a jóvenes de su edad en Colindres, pero a él no. Y cuando les comunican que ha muerto no es por un accidente, es porque lo han matado. De la cárcel se sale pero del cementerio, no».

Enrique Arce, abogado de la defensa, negó que se presentara en la sala con una idea preconcebida. «No estamos juzgando un asesinato, sino unos hechos que afrontamos por el camino erróneo de asegurar que el procesado va a mentir. Un acusación limpia no puede hacer esto», advirtió a los miembros del jurado popular. «Actúen por lo que ven y oyen». Se quejó el abogado de que se hayan separado las actuaciones judiciales de las dos peleas: «Es una deconstrucción de los hechos, es poner el carro delante de los bueyes».

La segunda jornada se inicia este martes a las 9.30 horas de la mañana. Testigos de lo ocurrido componen el grueso del guión.

Fue especialmente emotivo el testimonio del primer amigo de la víctima que compareció en el estrado: ««Habíamos quedado para ir a los merenderos del Lidl de botellón». Llegó el grupo del acusado «y de repente empiezo a escuchar una trifulca. Vi que alguien metió un puñetazo a otro de nuestros amigos. Vi a Mario (el fallecido) irse para atrás y me dijo: ‘Hay un pirado que tiene una navaja’. Le vi echar a correr y al que luego le apuñaló fuera de sí. Decía: ‘¡»Venid ahora, maricones!».

Cuando Mario corría iban delante de él el que le apuñaló y otros dos. Se giró un poco hacia ellos a ver si le seguían y en ese momento le metió la cuchillada», explicó. «Me dijo que llamara a la ambulancia, que le habían apuñalado» y el que lo hizo dijo: ¡»Vámonos que le he pinchado!». Me entró tal pánico que me tapé los oídos para no escuchar nada».

La víctima se recostó en el suelo con la espalda apoyada en una pared. «Le costaba mucho respirar». La Policía tardó «quince minutos que se me hicieron eternos», declaró el testigo. «Estaba herido de muerte y sin embargo trató de tranquilizarme a mí. Luego dejó de contestar y de respirar y ya no sé qué pasó».

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