Trece años después...
Fin envenenado a las obras de la urbanización de Feve
Las obras se ultiman pero la chapuza del plan eléctrico hace que no se sepa cuándo se abrirá
Parece que se acabó, que todo queda listo para el corte de cinta del estreno, después de 13 años desde la primera obra, pero no. Las zonas verdes lucen acotadas y sembradas, el parque espera a los niños, las nuevas calles se asoman a los entronques de Padre Isla y Ramón y Cajal asfaltadas y señalizadas, las aceras estrenan adoquinado, bancos de diseño y papeleras nuevas, y hasta las farolas se yerguen en el sitio que les toca. Pero la urbanización de la estación de Feve, donde los obreros ultiman los remates y pasan el escobo para que todo quede bien recogido, no se abrirá. Ni ahora, ni antes de Semana Santa, cuando los operarios esperan marcharse. Se van, pero las vallas quedarán puestas de manera indefinida...
La apertura, que entre los pronósticos más optimistas se emplaza para bien entrado el otoño, depende de la celeridad del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) para buscar una solución a la chapuza de un proyecto, definido por la ingeniería estatal Ineco, en el que las parcelas reservadas se quedan pequeñas para la instalación de los centros de transformación eléctrica. No hay luz, ni suministro para el abastecimiento de los semáforos hasta que el ente negocie el pago de la factura adicional.
Pero antes debe aprobar los otros cerca de 400.000 euros del primer modificado, en el que se incluyeron los trabajos arqueológicos y otras actuaciones que no habían sido apuntados en el proyecto original. Dragados tiró adelante con estas labores, pero ahora no hará lo mismo con el otro más de medio millón de euros que se estima que costará el cambio: en suma, alrededor de un millón de euros adicional a los 2,8 millones apuntados en la adjudicación.
La urbanización ya terminada en apariencia, pero acotada por las vallas, reproduce ya la situación que se vivió con las obras de la integración de Feve. Los trabajos, tras múltiples parones de meses, se acabaron en enero de 2018. Diez meses después, cansados de ver el pasillo cortado, los vecinos apartaron los obstáculos y tomaron el espacio público.