Un ritual para siete meses de disfrute en el río

La pesca es una pasión, un estilo de vida y de ánimo para los miles de aficionados que cada temporada convierten su día a día en un ritual donde el río ocupa un escenario esencial.

Buena pesca pero más importante es aún disfrutar de la naturaleza, de los amigos y de ese pulso entre la trucha, esa dama del río, a la que se admira y respeta y a la que cada jornada de pesca se reta. A veces con suerte favorable y otras esquiva. Pescar es un ritual bien sea para los más avezados y veteranos como para aquellos menos intensos en el arte de la caña y el sedal o los que empiezan a disfrutar de esas horas en los ríos.

Cada maestrillo como dice el refranero tiene su librillo. Pero en muchos casos es similar a unos y otros. Por eso lo que manda es planificar bien la jornada. Lo primero elegir el coto. Algunos ya desde muchos días antes. Otros no tanto.

Y ahí la experiencia es un grado. Aunque también aparece la idea de descubrir nuevos escenarios o probar en otros en los que la naturaleza ofrece nuevas experiencias.

Un buen desayuno es también clave. Sólo o mejor con amigos antes de emprender el camino al río. En estas primeras semanas de la temporada tal vez algo menos madrugador ya que las mejores horas son las que cuentan con más incidencia el sol y aguas un poco más templadas dentro del frío habitual entre el paso del invierno a la primavera. De una a tres de a tarde aparece como la mejor hora para dar rienda suelta a la afición. Ya con el paso de las semanas tocará madrugar un poco más para aprovechar las primeras horas del día y las últimas de sol para los que lo prefieran, sin duda las más favorables aunque cada uno también puede tener sus preferencias.

NECESARIO AVITUALLAMIENTO

Una buena merienda también es necesaria. Después de la actividad llega el momento para el disfrute y el poder compartir experiencias y sensaciones con otros pescadores, y amigos. Bien sea a media mañana, a la hora de comer o por la tarde. Tortilla, chorizo o una lata de conservas. Todo sabe mejor en compañía.

Eso sí, algo que resulta siempre importante y que también marca la experiencia es la elección del material. No es lo mismo una jornada de pesca en un río tranquillo que en otro e montaña, si se pesca a mosca seca o ahogada. La elección del tipo de caña según l escenario es importante y también la de los señuelos. Tipo de mosca y ninfas, boyas...

La equipación es esencial y por eso unas buenas botas si se decide entrar al río o un calzado apropiado en el caso de preferir los márgenes aparece como algo también a tener muy en cuenta sin olvidarse del sombrero para evitar una posible insolación con tantas horas a la exposición del sol.

Y sin duda, ropa de abrigo ya que la humedad y el frío no son buenos compañeros para tantas horas de actividad en los más de 2.000 kilómetros de masas de agua pescables existentes en la provincia de León.

Todo esto y la experiencia marcarán las directrices para una buena jornada bien sea para los pescadores más tranquilos como para aquellos más inquietos. Todo sea por disfrutar de unos ríos que son fuente de vida durante todo el año pero que desde el 30 de marzo y en algunos casos al 15 de octubre lo son más, de muca actividad para los amantes de la caña y el sedal, que los hay y en una notoria cantidad, en la provincia y también para los que el atractivo de las masas de agua leonesas les hacen viajar de otras latitudes para disfrutar de una buena pesca.

La hora de la verdad ha llegado y después de unos meses de espera los ríos, tanto de montaña como los regulados por embalse, abren sus puertas de par en par a los pescadores, a la ilusión y a muchas horas de disfrute.