El crimen en Obispo Almarcha llega a juicio la segunda semana de abril
El asesinato se cometió durante el confinamiento y seguirá el sistema del jurado popular
La muerte violenta de la propietaria del Bar Bamby, asesinada en su domicilio por uno de sus inquilinos que ha confesado la autoría de los hechos aunque no recuerda bien el modo, llega a juicio a parir del 8 de abril y por un periodo de una semana. Un Tribunal del Jurado determinará si el acusado es culpable o no culpable de la muerte a puñaladas de la mujer, que recibió más de 50 cuchilladas en el cuerpo.
Los hechos datan del confinamiento de 2020. No se juzgan hasta ahora porque la investigación estuvo varada en un punto muerto durante casi dos años, a raíz de los problemas que comportaba en aquella época instruir a nivel policial una causa atan compleja con el país en estado de emergencia y León por ende paralizado.
Fue un hallazgo científico de primer nivel el que permitió esclarecer lo ocurrido. Las primeras pistas apuntaban a una posible venganza sentimental pero los relatos no concordaban. Luego se pensó en algún tipo de conflicto no determinado pero el modus operandi tampoco encajaba.
Y al final fue el cromosoma Y quien desveló que un vecino de la finada, con problemas económicos y avisado de que iba a ser desahuciado por no pagar, cometió el atroz asesinato. Lo hizo porque una conversación sobre la forma de resolver las deudas, fue subiendo de tono y terminó en una reacción brutal.
Hasta que fue detenido, confirmó haber hablado con la fallecida aquellos días, pero nada especial. Por eso no se dejó de lado su testimonio, pero tampoco se le soltó de la mano. Más que nada, porque su personalidad es dignan de estudio. Después de cometer el crimen se fue a casa y se cambió de ropa. Su esposa declarará en la Audiencia que no se sorprendió de su decisión de mudarse y que tampoco preguntó de dónde habían salido alrededor de 3.000 euros que el procesado llevó a su hogar de forma súbita y que él argumentó en primer relato que se había encontrado en el asiento del copiloto de un vehículo que estaba estacionado cerca de su casa, con la ventanilla abierta en plena pandemia. Ni tampoco cómo ha renglón seguido bajó a comprar unos refrescos y unos pasteles para sus niños.
Todo esto hubiera quedado oculto de no mediar la nueva técnica de análisis de sangre que experimentó la Policía Científica con este caso. Las muestras de sangre eran tan numerosas que no había forma de distinguir que restos eran de la fallecida y cuáles de agresor. Hasta que el cromosoma chivato delató al acusado y reveló que las manchas de sangre del baño, de la toalla y de la ropa de la fallecida correspondían, si no a él, sí con seguridad de 1/10.000 a alguien de su familia por la vía paterna. No hubo mucho más que rascar: todos los congéneres del investigado estaban en Valencia en aquella época y no se pudieron haber movido de allí por las restricciones. Blanco y en botella.
25 años de prisión solicitan el Ministerio Fiscal y la acusación particular que representa para los intereses de la familia la letrada leonesa Beatriz Llamas. Es la misma que defendió a los padres de Paula, la joven asesinada por su expareja en Mansilla de las Mulas, caso que fue juzgado también con jurado recientemente.