Una fundación negocia Araú como centro gratuito para recuperar enfermos de cáncer
San Andrés estudia la fórmula de abrir este edificio BIC, sin uso desde que hace nueve años fue reformado con 6,5 M€
Editorial: Una opción para dar utilidad a Araú
El sueño municipal de abrir a la ciudadanía la singular y desfallecida fábrica de embutidos Araú, fundada en el siglo XIX por Adriano Alcorta, podría materializarse tras un espejismo de 32 años de la mano de la Fundación granadina Uapo, una de las mayores entidades del país en el apoyo gratuito a pacientes oncológicos con su ‘cóctel’ de educación física, fisioterapia, psicología y nutrición.
Esta entidad, creada por el médico de familia y famoso tiktoker Jesús Candel en 2021, sobrevive a su fundador por el empuje de su padre Pascual Candel y posee centros en Granada, Málaga, Madrid y Elche en proyecto. Ahora ha fijado sus ojos en el singular edificio Araú de Trobajo del Camino, que posee casi 2.300 metros cuadrados, lo que supondría insuflar actividad a un inmueble que no se ha abierto en los últimos nueve años tras una reforma de 6,5 millones.
Por eso el Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo estudia la fórmula para ‘encajar’ la petición de la Fundación Uapo, ya que la vieja chacinería está pendiente de flecos del remate de la obra y analizar el modo de un posible alquiler.
La fábrica Araú quedó sin actividad en 1992, tras haber funcionado con éxito durante más de un siglo. Su deterioro se agravó hasta tal punto que fue declarada parcialmente en ruina y estuvo a un paso de desaparecer por derribo. Curiosamente, no fueron su singularidad e importancia como ejemplo de la arquitectura industrial de la provincia los que salvaron a Araú, ni su profusa decoración con ladrillo macizo en las cornisas, vanos, remates almenados, hastiales escalonados y torrecillas, sino su ubicación en el corazón del Camino de Santiago, ya que el entorno gozaba de protección BIC desde 1962.
El proyecto para revitalizar Trobajo del Camino como foco cultural y social de la mano de este curioso inmueble, que lleva el sello del prestigioso arquitecto Juan Crisóstomo Torbado y azulejos del artista Daniel Zuloaga, dio un paso adelante en 1997 con las conversaciones ya en firme entre el Ayuntamiento y los dueños para recuperar la emblemática chacinería, que pasó finalmente a manos municipales en el año 2000.
Y, aunque en diciembre de 2015, la luz de sus 99 ventanas volvió a ser un espectáculo con la remodelación de sus cuatro edificios gracias a seis millones y medio del Ministerio de Fomento, esta joya de San Andrés del Rabanedo lleva perdiendo su brillo de nuevo en los últimos nueve años en que las fechas para su reapertura se han ido dilatando. La factoría, que demostró ser como un junco para resistir los vientos del bum urbanístico, la contaminación acústica y las vibraciones de los miles de vehículos que transitan a su lado por la avenida de Párroco Pablo Díez, ha sumado en su peculiar historia la bancarrota de varias empresas que participaron en su reforma, los retrasos del ministerio para atender los remates y hasta lo nunca visto: una pandemia. No salió endeble de todas esas batallas. En 2009, un año después de comenzar su rehabilitación, perdió su fachada y torre Oeste por derrumbe, y la nave macelo fue cercenada para abrir un vial. Los trabajos se paralizaron con la crisis de la construcción y se retomaron en 2014 para conservar la esencia de sus 2.291 m2. En diciembre de 2015 parecía que todo el periplo para poner en valor el espacio tocaba a su fin, pero desde entonces las puertas siguen cerradas a cal y canto. Quizás, con la Fundación Uapo, concluye el ‘gafe’ del edificio.