Crimen en Obispo Almarcha: el autor confeso pide perdón
El juicio acaba con una propuesta de 27,5 años de prisión del fiscal
«Estoy mal desde hace tiempo y me arrepiento. He dejado a mis hijos solos, he perdido a mi hermana, he dejado a mi madre sola y todo es nuevo para mí. Hay muchas contradicciones. No me he arrepentido porque es bobada decirlo, lo he hecho (el crimen) y no me acuerdo de más. Pido mil disculpas. Lo siento mucho».
El autor confeso del crimen de Obispo Almarcha cerró el juicio con el reconocimiento implícito de los hechos «aunque solo me acuerdo de las dos primeras puñaladas» y dio paso a la deliberación del jurado popular que deberá determinar a partir de hoy si es declarado culpable o no culpable de la muerte a puñaladas de una mujer en marzo de 2020, a la que asestó 52 cuchilladas.
El Ministerio Fiscal entiende que atacó a la víctima en una zona en la que no podía defenderse, dejó de forma voluntaria un sobre con más de 2.0000 euros para despistar a los investigadores y considera que no hubo hurto, sino robo con violencia y abuso de superioridad por lo que eleva a 23 años y medio la pena que pide por asesinato y cuatro años más por robo con violencia.
Las acusaciones que representan a los hijos y a la pareja sentimental elevan la propuesta a 30 años de cárcel. La defensa se reitera en sus conclusiones, cree que se trató de un homicidio con enajenación mental y deja la pena en diez años de prisión.
Sostiene el fiscal que de momento no hay pruebas de que hubiera un segundo implicado en los hechos ni tampoco aceptó la teoría de la alevosía en el crimen: «No hubo ataque a traición ni tampoco se evitó sus posibilidades de defensa». Si se aprovecharon circunstancias favorables tras el ataque «como el bloqueo de la salida a la víctima», que permitió al sospechoso «aprovechar la superioridad del agresor sobre la víctima». Para el fiscal se ha probado que el juicio ha sido «aún más contundente que la investigación» sobre la forma en la que ocurrieron los hechos. «La letrada del hijo mayor habló de «salvajada» para calificar el crimen. «Les agradezco más que su atención», dijo al jurado, «lo duro que ha sido ver las imágenes. Pero eso es lo que la víctima vivió y lo que su hijo vio». La letrada pidió «no una venganza, sino que impartan justicia» y que los jurados «actúen con la misma frialdad que el autor» porque «cualquiera de nosotros podía haber sido ella. No se le hace eso ni a un perro». Agradeció el trabajo de los Cuerpos de Seguridad «que han removido todo lo que ha hecho falta durante dos años, hay que estar orgullosos de su tarea. Hace treinta años esto no se hubiera resuelto, sin las técnicas actuales de investigación».
La representante de la pareja sentimental de la víctima lamentó el complicado papel de la letrada de la defensa «que no ha podido contar ni con la declaración del procesado». «Si se comporta bien en prisión, que lo hará porque es cobarde, con 40 años ya empezará a salir de prisión y tendrá vida por delante. Ella ya no recuperará la suya».
La defensa se quejó de «las mentiras del juicio».