Diario de León

Los días que la Audiencia acabó convertida en un plató de televisión

Por primera vez un juicio celebrado en León contó con señal institucional para permitir el seguimiento en directo de la vista, aunque luego y por motivos de privacidad, se determinó la prohibición de usar la señal de la sala más allá del trabajo de los profesionales. Hubo días en los que se informó en directo para países de sudamérica incluso. El interés fue total.

Triana Martínez conversa con su madre en la conclusión de la vista oral. J. CASARES

León

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Alrededor de un centenar de periodistas se acreditaron para cubrir el juicio en la Audiencia Provincial, que, por momentos, y ante la expectación mediática, se convirtió en un improvisado plato de televisión en torno al cual giró el epicentro de buena parte de la información nacional de aquellos días. El juicio se celebró entre el 18 de enero y el 17 de febrero de 2016, presidido por un jurado popular, compuesto por cinco hombres y cuatro mujeres a los que el presidente de Tribunal pidió que evitar el vértigo a la hora del juicio.

La declaración de Montserrat González, abrió el turno de los testimonios. «Si no la mataba yo, iba a morir mi hija, así que no estoy arrepentida de lo que hice», aseguró la asesina confesa. «La estoy viendo se va a acabar», dijo supuestamente a su hija. Mi hija me dijo que no hiciera nada, pero yo seguí detrás de ella y lo hice «, manifestó en otro momento de su testimonio, el más esperado. « No sabía que el 12 de mayo iba a ser el día clave, no lo tenía planificado para un día en concreto, podía ser cualquiera «. En cuanto a la forma en la que ejecutó el plan, fue sincera: «Disparé y le di en la espalda, pero no sé muy bien donde le pegué». En su manifestación trató de disculpar a Triana y a Raquel Gago: «A mi hija nunca le dije que había un arma en casa, porque tenía miedo de que se pegara un tiro». No se creyó esa versión de los hechos del ministerio fiscal, que aseguro que las acusadas no estaban locas: « lo que ocurre es que sentían un profundo odio por Isabel Carrasco».

Triana Martínez también se manifestó ante el tribunal: «Le dije a mamá que no la matase, que no quería que hiciese una tontería por mí«. En su primer turno de manifestaciones abrió una bomba: «Isabel se me insinuó, me besó en la boca y yo me sentí fatal. No lo corté porque me daba vergüenza «. La hija de la asesina confesa también exculpó a Raquel Gago: "No sabía nada de lo que estábamos haciendo. Yo dejé el bolso metido debajo del asiento de su coche, porque me imaginé lo que podía tener, pero no sabía lo que ocurría». También lanzó su primer dardo hacia los medios de comunicación: «Eso que sale en la prensa de que nos portamos mal en la cárcel son filtraciones políticas interesadas".

El primer testimonio de Raquel Gago también resultó esclarecedor: «Nunca escuché decirles que querían matarla y Triana nunca me contó que Isabel había intentado besarla. Yo no sé por qué dejó el bolso ahí metido en mi coche, lo que sé es que a las cuatro de la tarde tenía una vida normal y un día después...» dijo antes de comenzar a llorar.

El siguiente, en declarar fue el policía jubilado, Pedro Mielgo: «Cuando Isabel cayó al suelo, Montserrat se puso a la altura de la cabeza y disparó tres veces más «. Su testimonio fue uno de los más controvertidos, por cuanto se le reprodujo en la sala la llamada al 112 en la que narra cómo realizó el seguimiento a la asesina confesa, pero sorpresivamente negó ser el autor de la llamada: «Yo no reconozco esa voz, no sé quién es esa persona «. La defensa de Triana Martínez exigió que se declara falso testimonio y que no se pudiese aportar como prueba.

El testimonio de los dos inspectores policiales desplazados desde Burgos, que arrancaron la confesión la madre e hija de una forma un tanto sospechosa protagonizaron una jornada tensa en la segunda semana del juicio. "Es manifiestamente, falso que les dijéramos que colaboraran, porque éramos amigos de sus padres. Triana no dijo entre dientes que la pistola la tenía una policía, estábamos nosotros delante cuando lo cuento. Es rotundamente falso que nos ofreciéramos para salir a buscar la pistola de la calle y tirarla en una alcantarilla. Nunca dejamos a Triana leer la declaración de Montserrat, eso es manifiestamente falso. No dijimos que fuimos a casa de Raquel Gago porque a veces en un atestado hay 20 personas y solo aparecen cuatro. En el ordenador de Comisaría hay una lectura del Código Penal sobre eximentes por encubrir a familiares que yo consulté para mí, no porque se lo enseñara a Triana. Les enseñamos en Comisaría lo que decía la prensa porque Montserrat estaba muy preocupada. No hubo ningún trato de favor, pero es cierto que nos dieron dos besos cuando nos despedimos de ellas".

El testimonio del controlador de la hora que se encontraba junto a Raquel Gago, cuando Triana le hizo entrega de la bolsa de deporte, con la pistola no esclareció las dudas: "Estaba en actitud de espera. Pero eso no quiere decir que estuviera esperando, yo no lo vi con exactitud». Marcos Martínez Barazón, presidente de la Diputación en sustitución de la fallecida, rechazó la teoría de que a Carrasco le pudieran gustar las mujeres: «Eso es una patraña terrible".

Una de las anécdotas más recordadas del juicio se produjo el miércoles 28 de enero. Fermín Guerrero, abogado de Raquel Gago, desapareció durante 18 horas y obligó a suspender la vista. «Es solamente cosa mía«, dijo al ser interrogado por la policía, tras las aparecer, junto a su coche pasadas las 14.00 horas. Hubo incluso una búsqueda policial para tratar de dar con su paradero. Los cotilleos le atribuyeron la presencia hasta en tres clubes de alterne de la ciudad a la vez, circunstancia imposible en la realidad. Nunca termino de desgranarse la realidad de aquel episodio. En una entrevista exclusiva para Diario de León aseguro: « merezco una colleja, pero el motivo de la ausencia de ajeno a mi voluntad»«. El abogado defendió su derecho a no explicarse, y rechazó que su desaparición fuese una estrategia judicial.

Pablo Antonio Martínez, el marido de Montserrat González compareció también en el Estado: « me habían contado que tenía mucha inquina, pero yo no sabía nada más». También fue revelador el testimonio del hermano de Raquel Gago, que criticó « la suciedad» que «se vierte sobre ella», en referencia a los medios informativos.

La tercera semana de juicio se inició con la resurrección del fantasma del pacto, para que alcanzaran la confesión las sospechosas a cambio de obtener beneficios penitenciarios. También se conoció en los días posteriores que Triana había sacado un 2,2 en el examen de la oposición para la plaza de ingeniero, de telecomunicaciones de la Diputación y el relato de los agentes en torno a la forma en la que se produjo el descubrimiento del bolso en el coche de Raquel Gago avalaron las tesis de la implicada.

Los compañeros de trabajo de la agente policial protagonizaron el inicio de la cuarta semana. Según su testimonio fue imposible que Raquel realizará seguimientos a Isabel Carrasco, porque las propias características de su servicio lo impedían. Fue el momento en el que se mostró por primera vez el arma con la que se cometió el crimen y fue el escenario en el que se demostró que era perfectamente factible que Triana hubiese estado realizando prácticas de tiro, de acuerdo a las tesis de los peritos. Luego llegó el turno de la autopsia. Ignacio Alija realizó una brillantísima exposición de cómo se produjo el crimen, detalló los pormenores de la realización del autopsia y explicó que la víctima estuvo consciente cuatro o cinco minutos después de recibir el disparo. El juicio entre esos días en la parte más farragosa, y se cuestionó la velocidad de los recorridos, aportados como documental para demostrar los seguimientos.

El último turno de palabra de las acusadas dejó la causa vista para veredicto. Montserrat González prefirió no hablar para el jurado. Triana Martínez fue explícita: «Da pena haber escuchado tantas mentiras». Raquel Gago acabó envuelta entre lágrimas: «Fui a trabajar un día y la vida me cambió de golpe». El jurado se retiró a deliberar y, finalmente, en el veredicto, consideró culpables a las tres acusadas.

La sorpresa llegó en la interpretación que llevó a cabo el magistrado presidente, con su decisión de condenar a 22 años de prisión a Montserrat, como estaba previsto, de imponer 20 a Triana Martínez Tal y como estipulaban los cálculos previos y de reducir de forma muy sorprendente la pena de Raquel Gago a cinco años de prisión. El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León corrigió la sentencia y el recurso del Tribunal Supremo determinó finalmente los 15,5 años de cárcel para la que fuera Policía Local.

Triana Martínez conversa con su madre en la conclusión de la vista oral. J. CASARES

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