De la pérgola al ramal del tren del acero o cómo invertir 18 millones
Un boquete
En plena tabla de comparación sobre lo que florece en Villadangos y no ocurre en Torneros, sale a flote el tren. De los 18 millones que se invirtieron en la esquina rota de Torneros, queda una pérgola hormigonada que daba proyección futurista hace dos décadas y, hoy, no es más que un vestigio de lo que no pudo ser: la estructura que rompe el perfil de la vía junto a la arista sureste del boceto de la plataforma no tenía otro fin que conjugar el paso de la alta velocidad y el acceso del tren al polígono. No hay visos de que haya plataforma logística; y menos visos de que el ferrocarril llegue a disponer de un acceso.
Con 18 millones de euros se aplica en el terreno otro concepto de futuro; en la comparativa, vuelve a ganar Villadangos, con una cuantía similar que apuntala el acceso del ferrocarril al polígono del alto páramo, con un ramal de casi cinco kilómetros que viene a cambiar el concepto del enclave y el rol de este punto industrial de León.
Los fiados de la catenaria, el despliegue de la electrificación, la playa de vías en el muelle de descarga, raíles, traviesas hacen su aparición en el interior de Villadangos, mientras en Torneros dos empresas que dependen del Gobierno no han dado el paso decisivo que deben acometer como demandantes de suelo: había reserva de idea para que clasificación de mercancías acabara en este punto, si no todo el recinto, tres o cinco vías para la conexión pasante que fundaba la plataforma logística de León. No hay demanda. Pero un secretario de Estado anunció todavía anunció hace unos meses en San Andrés que los talleres de la Sal iban a ir a Torneros.