El asesinato del guardia civil leonés David Pérez tensiona a los narcos de España y Marruecos
Karimm, el presunto asesino del guardia civil leonés, David Pérez, y de su compañero Miguel Ángel González, es una obsesión para los agentes. Para otros, los narcos, un cabo suelto que tensiona el negocio. Para todos, es una piedra en el zapato. La investigación, que pasó de señalar a Kiko el Cabra a descargarlo de culpa gracias a un vídeo que demostraba su versión, viró hacia este marroquí de 33 años acusado de ser el piloto de la narcolancha con la que asesinaron a dos guardias civiles en el puerto de Barbate.
La noche del pasado 9 de febrero, seis agentes del Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS) y del Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil se echaron al agua a bordo de una semirrígida de 5,20 metros de eslora para espantar a seis narcolanchas que llevaban días fondeadas en la bocana del puerto de Barbate para refugiarse del temporal de Levante que azotaba la costa.
Fue una intervención tremendamente desigual porque las embarcaciones de los traficantes casi triplicaban en tamaño -y mucho más en potencia- a la zodiac de los guardias civiles, a los que marearon en la bocana mientras realizaban pasadas a su alrededor animados por los vítores y aplausos de parte del público presente, que grabó la escena desde la escollera.
Los investigadores de la Guardia Civil contabilizaron hasta siete pasadas en las que ya pusieron en peligro a los guardias, que podrían haber caído a un mar bastante picado por culpa de las maniobras. Y entonces ocurrió algo completamente inédito: una de las narcolanchas se alejó para coger velocidad, enfiló la semirrígida de los agentes y pasó por encima con las hélices de sus cuatro motores de 300 caballos en funcionamiento. El piloto de la goma, que aún no ha sido detenido, mató a los guardias civiles David Pérez (43 años), casado y con dos hijos, y Miguel Ángel González (39), de San Fernando (Cádiz), que deja viuda y una niña huérfana. Además, otros dos compañeros resultaron heridos de gravedad como consecuencia de la maniobra.
A la embestida le sucedió la desbandada. Las seis gomas de los traficantes huyeron de la bocana en diferentes direcciones, arrostrando el temporal como única alternativa posible a la cárcel. El Centro Operativo de Servicios (COS) de la Guardia Civil siguió uno de esos puntos en el radar creyendo que se trataba de la narcolancha que había asesinado a los agentes. La embarcación tocó tierra esa noche en Sotogrande para dejar a una parte de la tripulación y después se abarloó a un mercante para pasar la noche en altamar. Los investigadores contaban con testimonios de testigos que aseguraron convencidos que la embarcación causante de las muertes llevaba dos antenas (wifi y GPS), cuando habitualmente sólo llevan la segunda.
Esa información les condujo en las horas siguientes a detener a Kiko el Cabra y a otras cinco personas y a intervenir la lancha en una playa del Campo de Gibraltar. Entonces no lo sabían, pero estaban siguiendo una pista errónea. Los detenidos, sus familias y sus abogados insistieron con vehemencia en su inocencia y ya desde primera hora pronunciaron un nombre como responsable de la embestida: Karim, un piloto magrebí que esa noche estaba en la bocana de Barbate y que huyó probablemente a Marruecos tras el suceso.
En su narcolancha iban otras cuatro personas, dos marroquíes y dos españoles, según las pesquisas policiales. A Karim no se le conoce apodo, pero sí a su tío Abdellah, alias Pus Pus, que reside en la Costa del Sol -entre Fuengirola y Mijas- y que podría estar relacionado con el narcotráfico desde hace años, según las mismas investigaciones. Los agentes creen que Abdelallah ostenta un importante patrimonio compuesto por propiedades inmobiliarias, vehículos de lujo, motos acuáticas, barcos recreativos y un gran yate que suele fondear en un pantalán de Puerto Banús valorado en medio millón de euros.
Los guardias civiles de la Unidad Central Operativa (UCO) y de Policía Judicial de Cádiz trabajan a destajo para averiguar el paradero de Karim, para lo que solicitarán la colaboración de Marruecos, pero también para comprobar si su tío o la organización con la que se le relaciona pudieron facilitar su huida al reino alauita, donde supuestamente permanece escondido. No en vano, para los investigadores, Karim era uno de los pilotos al servicio de Abdelallah, aunque otras fuentes consultadas sostienen que se había independizado y había empezado a gestionar sus propios alijos.
Sea como fuere, el asesinato de los dos guardias civiles, un hecho inédito en las histórica lucha contra el narco que coloca la escala de violencia hacia los Cuerpos de Seguridad en su punto más álgido, ha alterado un equilibrio de fuerzas sostenido habitualmente en el alambre bajo una premisa clara: el dinero fluye más fácilmente si reina la paz.
Para empezar, el crimen de Barbate ha sacado del anonimato a 'Pus pus', el tío de Karim, que hasta ahora se había caracterizado -y eso no ha cambiado- por mantener un perfil bajo para preservar sus actividades supuestamente delictivas, explican fuentes próximas a la investigación. Y no sólo eso, sino que, además, ha incomodado al resto de organizaciones, que son conscientes de que la respuesta policial a un atentado de semejante envergadura sólo puede ser la presión sobre una zona ya suficientemente tensionada.