La Lastra emprende una revolución naranja para pedir servicios y atención
Manifestantes en la marcha vecinal de La Lastra. DL
La Lastra huele a heno recién cortado en los albores del verano que acompaña la revuelta vecinal; la primera gran movilización de residentes en el último barrio urbanizado en la ciudad, fuente de una revolución naranja encaminada a encontrar los servicios y dotaciones que creen justos y necesarios.
Revolución, porque hay pocos referentes capaces de movilizar a cientos de personas en una protesta en la cale; naranja, porque este es el distintivo de la marcha, de los pañuelos que portaban los movilizados por la asociación de vecinos La Lastra, estampados en la tela que se colgaron al cuello a modo de complemento de pancarta. «Por un barrio más cuidado», decía una de las centrales, mientras que otras buscaron pareados entre lo que paga en impuestos un residente en la Lastra y lo que recibe en servicios.
La rotonda de los cuatro caminos, esa central del fondo de la prolongación de José Aguado, sirvió de lanzadera para la marcha, siempre en sentido circular favorable a las agujas del reloj, como una alegoría de la cuenta atrás que ya ha comenzado. De momento, ningún partido político se ha apropiado la capitalización de esta revolución naranja, del sur de la ciudad; del nuevo León.