La ‘aventura’ de Gustavo Postigo sigue adelante 30 años después
En 1994 el empresario compró una plaza del Parque en ruinas y puso la feria en lo más alto
Era soñador, bohemio y poeta, pero de ninguna manera un loco. Mucho menos para los negocios. Era, eso sí, capaz de volcarse en sus sueños y convertirlos en realidad sin titubeos, incluso aquellos que harían temblar a la mayoría. Para fortuna de León, su empeño fue comprar la plaza de toros del Parque y convertir la feria de San Juan en cita grande del calendario taurino nacional. Y vaya si lo hizo.
En la feria de San Juan que hoy comienzan se cumple el 30 aniversario de la reinauguracion de la plaza de toros con la que la capital había cumplido en 1948 su sueño de tener un gran coso, a la altura de los más rumbosos del país. Para cuando el empresario segoviano Gustavo Postigo Santamaría se hizo con el inmueble llevaba ya seis años sin celebrar festejos taurinos, amenazaba ruina y la piqueta se cernía sobre un terreno que miraban con golosinería los constructores que desarrollaban por entonces el ambicioso proyecto de La Chantría.
A pesar del empeño y las iniciativas de un grupo de aficionados, liderados por el torero Felipe Zapico (que hoy recibe también un homenaje en el coso), la desidia de la Fundación Monasterio, entonces propietaria de la plaza, parecía condenar a la desaparición un edificio levantado con la ilusión y la contribución de los leoneses con la aspiración de tener por fin un centro taurino estable y de proyección. Muy corta hubiera sido sin embargo su historia de no aparecer el constructor segoviano, empresario también en el mundo taurino.
El Parque cerró sus puertas a los festejos taurinos en 1988, apenas cuatro décadas después de su inauguración. Tras un desierto de casi seis años y un deterioro palpable y creciente de las instalaciones, en marzo de 1994 la solución al declive llegó de la forma más inesperada.
Postigo consiguió un acuerdo que parecía imposible con la Fundación Monasterio, y asumió la compra de la plaza de toros en solitario. Nunca desveló cuánto pagó por ella, pero la adquisición y los primeros arreglos se contabilizaron entonces en unos 1,2 millones de euros (alrededor de 200 millones de pesetas de la época).
«No soy ningún aventurero», declaró entonces el nuevo propietario, que ya tenía una intensa trayectoria también como empresario taurino y ya había salvado además la plaza de Segovia. «Pero no estoy dispuesto a consentir que una preciosidad como esta se caiga». De hecho, le gustaba decir que la plaza del Parque es «la más bonita del mundo». Así lo anunciaba también en los carteles.
Comprometido con su proyecto (no sólo con los toros o el ladrillo, lamentaba sin empacho el «híbrido autonómico» con el que se había creado la Comunidad de Castilla y León), en apenas tres meses lavó la cara del coso, cubrió el ruedo con albero sevillano y plantó un gran escudo de León en su centro para el primer paseíllo de la reinauguración.
El que hicieron el 24 de junio de 1994 José Ortega Cano, Juan Antonio Ruiz Espartaco y César Rincón, con toros de Victoriano del Río. Las grandes figuras del escalafón en aquel momento. Salieron los tres a hombros. Al día siguiente comparecieron José María Manzanares (padre), José Miguel Arroyo Joselito y Enrique Ponce.
Un año después repitieron en la feria los triunfadores del año anterior, y Postigo organizó dos mano a mano de muy distinto corte con las grandes esperanzas del momento: Joselito con Ponce y Jesulín con Litri. «La feria de León será una de las más importantes de España», prometió el empresario. Y lo cumplió con creces. Ahí quedan para la historia los festejos con cuatro figuras y ocho toros, y los ciclos en los que comparecían los toreros más seguidos por la afición.
Un trabajo que hizo acompañado de sus hijos, Pedro y Gustavo; y bajo la mirada siempre discreta y atenta de su mujer, Teresa, desde uno de los balconcillos del Parque.
Gustavo Postigo dejó de sembrar poesías y socarronería en marzo de 2012. Sus hijos siguieron su legado. Desde 2018 la organización de la feria corre a cargo de la poderosa empresa Matilla. León sigue teniendo su feria, aunque el perfume hoy es muy distinto al que impregnó la ambición con la que el salvador del Parque regaló grandes momentos a la afición leonesa. Quizá sean otros tiempos también para la fiesta de los toros.