La biotecnología al servicio humano

La ingeniería genética permitió desarrollar en el laboratorio un tipo de fármacos que se inspiraban en los anticuerpos del sistema inmune. Esas moléculas son unas proteínas en forma de «Y» que flotan por el organismo en busca de su destino (el antígeno), ya sea en la superficie de una bacteria, en el receptor en un virus o en una célula tumoral. La ciencia consiguió reproducirlos artificialmente (anticuerpos monoclonales) y dirigirlos a una diana que tuviera un interés terapéutico. De esta forma, surgió todo un abanico de tratamientos frente al cáncer y ante diversas enfermedades autoinmunes. Recientemente, el desarrollo biotecnológico ha perfeccionado esas moléculas y ha conseguido hacer un nuevo tipo de anticuerpos que puede reconocer y unirse a dos dianas a la vez, ya sea en la misma célula o en dos diferentes. Son los denominados anticuerpos biespecíficos o bifuncionales que prueba el Hospital leonés. Entre sus ventajas, destaca que pueden llevar de la mano una célula del sistema inmunitario, como es el linfocito T, hasta una célula tumoral y acabar con ella. Los anticuerpos biespecíficos se encuentran sobre todo en el contexto del ensayo clínico, pero cada vez hay más datos que indican que pueden ser útiles en cánceres, cuando ya se han agotado otras opciones disponibles, como los reslacionados con la sangre o hematológicos.