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La Universidad conecta a mayores y jóvenes para convivir durante el curso

La institución académica forma parte del programa de Acercamiento Intergeneracional que pone en contacto a universitarios y a personas que viven solas para que ambas partes compartan gastos y experiencias

Participantes en el programa de acercamiento intergeneracional de la Universidad

Publicado por
Alba Mieres

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Un proyecto de solidaridad. Así se puede definir al Programa de Acercamiento Intergeneracional, un convenio que tiene la Junta de Castilla y León con todas las universidades públicas de la Comunidad Autónoma. El programa consiste en que una persona mayor acoja en su casa a un estudiante universitario durante un curso o varios, como si fuera una familia de acogida, con el fin de dar una solución a las necesidades de compañía y de apoyo de las personas mayores, y por otro lado a la necesidad de alojamiento y alquiler de los jóvenes universitarios. Así, ambos inician una convivencia que se basa en el diálogo y el respeto mutuo, puesto que el mayor ofrece al universitario alojamiento en su domicilio y el joven le ayudará con las gestiones y otros apoyos, además de ofrecerle su compañía. De esta forma, el estudiante puede disponer de un alojamiento con espacio propio a cambio de colaborar con la persona mayor en las tareas que ambos decidan gestionar y de contribuir a los gastos que genere su estancia (como electricidad o agua). Esta convivencia, además, es seguida por parte del personal especializado para asegurar una relación satisfactoria y enriquecedora para ambas partes.

Mabel García Porro es la coordinadora de este programa en la Universidad de León, que a su vez colabora con la Gerencia de Servicios Sociales de Castilla y León, los ayuntamientos de León y Ponferrada y el Vicerrectorado de Inclusión, Igualdad y Proyección Social. A García Porro no le gusta hablar en los términos de «la soledad de los mayores», sino que prefiere describir la iniciativa como «solidaridad, un intercambio mutuo de ayuda y energía. Así, el joven reduce gastos en el alojamiento y ayuda a la persona mayor con el tema del uso del móvil, internet...».

Mabel García Porro se encarga de buscar a las personas mayores que quieran participar en el programa de convivencia y lleva años implicada en este proyecto. Comenta que no siempre es fácil encontrar candidatos que quieran apuntarse al Acercamiento Intergeneracional, pero que, por ejemplo, el año pasado se apuntaron cinco estudiantes, y que ahora ya está buscando candidatos para entrar en septiembre. A su vez, también explica que «el 90% de las convivencias entre mayores y universitarios son exitosas, algunos viven los cuatro años de carrera juntos».

Además, tanto las personas mayores como los jóvenes quedan antes para conocerse y tienen un periodo de un mes para probar y adaptarse a la vida juntos, ya que este programa es un acuerdo entre las dos partes. En esta proposición pueden participar las personas con 60 años o más, residentes de Castilla y León, y a las que les gustaría iniciar un nuevo tipo de convivencia y compartir su experiencia con un estudiante.

Por otro lado, los jóvenes que quieran sumarse tienen que ser alumnos de las universidades públicas de Castilla y León, y además estar dispuesto a aprender de las vivencias de las personas mayores y obtener con esto una oportunidad de crecimiento personal. También existen obligaciones a cumplir por ambas partes, como proveer una habitación con lo necesario para que el joven pueda desarrollar su actividad académica y que el estudiante se comprometa a pagar su parte de los gastos. «Los perfiles que buscan para participar en el proyecto de convivencia son de personas voluntarias, caritativas y necesitadas», aclara la responsable del programa en la Universidad de León.

También hay que pasar por un proceso de selección: los estudiantes acceden mediante un formulario, «pero esto no garantiza la convivencia porque hay que buscar gustos comunes y se crea un perfil», especifica Mabel García Porro. En cuanto a las personas mayores, se les habla de ello en programas dirigidos a personas de su edad. Sobre el perfil de los mayores, García Porro añade que las personas de avanzada edad que se apuntan «todas son mujeres, normalmente solas. También hay personas que se sienten solas y prueban, pero no acaba surgiendo». En estos casos, la coordinadora del proyecto comenta que cuando hay conflicto en la convivencia, se intenta encontrar otra alternativa, como buscar en bolsas de pisos que tiene la institución académica o una nueva familia para el alumno. También se hace una nueva búsqueda «en el caso de que la persona mayor, finalmente, no quiera seguir adelante con el programa».

Para las solicitudes de admisión, ambas partes tienen que presentar una fotocopia del DNI, el cuestionario inicial correspondiente, un informe médico donde se acredite que ambos tienen un grado de autonomía suficiente para la realización de las tareas cotidianas, que no tiene trastornos de conducta y que no es portadora de ninguna enfermedad infecto–contagiosa ni adicción que suponga un riesgo para la convivencia , y de forma opcional una foto reciente tamaño carnet.

Para las personas mayores también es obligatorio que aporten una acreditación del régimen de tenencia de la vivienda o el derecho a disponer de la misma, así como de la disponibilidad o no de un seguro de hogar.

Los universitarios deben entregar una fotocopia del resguardo de matrícula, prematrícula u otro documento que acredite la vinculación con la Universidad en aquellos casos en los que la persona participante tenga un rol diferente al de estudiante.

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