Los migrantes del Chalet del Pozo tendrán permiso de trabajo en agosto
A las clases de español y crossfit se sumarán talleres de empleo, los primeros de construcción
Gran parte de los 180 migrantes de Mali y Senegal que residen en el nuevo centro humanitario ubicado en el Chalet del Pozo dispondrán de un permiso laboral a finales del mes de agosto, según trascendió ayer durante la visita a las instalaciones que efectuó la Corporación de Villaquilambre con su alcalde, Jorge Pérez, a la cabeza.
De ahí que, junto a las clases de español y colectivas de crossfit que les imparte la Fundación San Juan de Dios, se vayan a sumar en un par de semanas los primeros talleres de empleo, que estarán centrados en el sector de la construcción. El equipo de gobierno acudió a la visita para conocer el día a día del centro, donde constató que «todos ellos tienen documentación y son solicitantes de protección internacional». En un mes comenzarán a recibir su carta de trabajo al cumplir seis meses de residencia en España, ya que antes de llegar a León ya pasaron por el Centro de Emergencia, Acogida y Derivación del acuartelamiento Primo de Rivera, en Alcalá de Henares, procedentes de Canarias.
Papé Mumbae explicó que huyó de los problemas de Senegal en busca de un trabajo de músico o cantante, al igual que Ibrahim, especialista en afrobeat a punto de cumplir 19 años que superó una travesía de ocho días en el mar antes de llegar a las costas españolas. En el Chalet del Pozo se ha habilitado un comedor, salas de usos múltiples, un gimnasio y varias aulas.
La solidaridad de los vecinos de Villaquilambre ha permitido organizar un ropero propio in situ con las prendas por tallas y colores. Lo más necesario, según indican desde el equipo gestor, son zapatos y smartphones para que puedan hablar con sus familias, ya que disponen de wifi en el recinto.
Las instalaciones dan empleo a 35 personas de la mano de San Juan de Dios, entre orientadores, integradores, psicólogos, abogados y asistentes sociales, que se organizan en dos turnos de lunes a domingo y envían reportes diarios al Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, que financia el programa de protección internacional. Otros 15 trabajadores dependen del hotel y se encargan de la recepción, limpieza y mantenimiento. Entre los migrantes, Salim Yabará, era profesor de francés en Mali, de donde huyó pro la guerra tras atravesar Mauritania y cinco días en el mar. Habla además portugués, inglés y algo de español, sueña con ser traductor para traer a su mujer y sus dos hijas.