El gasto en alimentación se dispara un 35% en los hogares leoneses en los útimos cinco años
Cada persona consume más de 585 kilos de comida al año, 25 menos que en 2022; con un gasto que supera los 1.766 euros, 122 más
Editorial: El complicado puzzle de gasto de las familias leonesas
La escalada de precios vivida desde el final de la pandemia ha afectado a prácticamente todos los capítulos del gasto de los hogares, aunque lo ha hecho con más fuerza en los que son básicos, como la alimentación o la energía. Por otro lado, el encarecimiento se ha cebado de manera especial en una de las vías de escape en las que se volcó el presupuesto familiar tras el covid: el ocio y el turismo. En todo caso, la cesta de la compra ha padecido la virulencia de las subidas astronómicas en productos de uso más frecuente. En la actualidad sigue encareciéndose, aunque lo hace de forma más moderada. Lo que no impide que la acumulación de incrementos de precio haya provocado cambios en los hábitos de consumo de los leoneses. Con un denominador común: se compra menos y se ajusta la adquisición de productos más caros, aunque eso no evita que el ticket sea más alto.
Una realidad que ponen en evidencia los datos de inflación del Instituto Nacional de Estadística (INE) y el último Informe del Consumo Alimentario en España 2023, que acaba de publicar el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. El consumo cae mientras los precios siguen subiendo.
Si se compara el último dato hecho público sobre el Índice de Precios al Consumo (IPC) en los alimentos (un dato de ayer mismo) con el de 2019, antes de la pandemia, el resultado es que la bolsa de productos que el Gobierno contabiliza para fijar los cambios de precio se ha incrementado en León algo más del 35%. Más aún han subido las bebidas, un 36,6% en estos últimos cinco años; mientras que las bebidas alcohólicas se han encarecido un 19%.
El refugio postpandemia lidera el encarecimiento: el ocio se agiganta
El confinamiento y la sensación de vulnerabilidad tras la pandemia han disparado el deseo de los ciudadanos de disfrutar del ocio y de las escapadas. Esta partida de gasto se ha consolidado como una prioridad en el presupuesto de gasto de las familias. Y las empresas del sector, que se ha convertido en motor de actividad de economías como la de la provincia de León, no han dejado escapar la oportunidad, a pesar del incremento de costes que han padecido también.
El caso es que, junto con el capítulo de alimentación, el de viajes y ocio encabeza el aumento de los precios que se traslada a la economía leonesa en los últimos cinco años. Precisamente, tras los vaivenes del capítulo de electricidad y gas y los disparados picos de algunos alimentos, en el cómputo del INE sobre la inflación es el precio de los paquetes turísticos que tienen que pagar los leoneses que quieren viajar en el que más se ha dejado notar la inflación.
Contratar un paquete turístico en León cuesta hoy (con datos de julio) un 44% más que en julio de 2019, en pleno proceso de expansión económica antes de que el covid frenase el dinamismo en marcha.
Y no son sólo los paquetes turísticos. Los servicios de alojamiento leoneses han reiterado durante todos estos años que no pueden trasladar su aumento de costes a los precios, pero estos han subido un 30% desde 2019. Lo han hecho también los restaurantes y la hostelería, donde los precios son hoy un 24% más altos que antes de la pandemia, según certifican los datos del Instituto Nacional de Estadística.
Entre los productos que más se han encarecido desde que la pandemia quebró la evolución económica de la provincia está la compra de vehículos. A pesar de la incertidumbre sobre las futuras regulaciones tanto energéticas como urbanísticas sobre las zonas de bajas emisiones y el acceso a las ciudades, el precio de compra de los coches se ha encarecido casi un 20% en la provincia desde 2019, según el INE.
Cesta cuesta arriba
Si se analizan sólo los precios de alimentos esenciales como las frutas, verduras, carne y lácteos, hay análisis como el de la plataforma europea de ahorro Raisin que señalan que en estos productos el encarecimiento se va hasta algo más del 70%. En todo caso, depende de los artículos que se tengan en cuenta para el cálculo.
Porque la realidad muestra que el aceite de oliva, por ejemplo, ha perdido mucha presencia en la cesta de la compra familiar. A pesar de que la rebaja en el IVA aprobada recientemente es uno de los principales factores para la contención de los precios en julio. Hasta junio, en los últimos cinco años el oro líquido había incrementado su precio un 179% (pasó de algo más de 3,5 euros en 2019 a casi 10 euros este año). Y no es el único: naranjas, plátanos, huevos, azúcar, carne de vacuno, cebollas, arroz, harina, café, pasta, zanahorias, salmón, lentejas, leche y derivados, atún, lechuga, pollo, queso, tomate, manzanas,... Están entre los productos que han disparado sus precios en esta escalada inflacionista.
Reduflacción: más del 7% de los productos se ajustan así
Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) esta táctica comercial afecta al 7% de los productos habituales de la compra. Y lo han denunciado a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), como una práctica anticompetitiva y opaca. Se da, sobre todo, en aperitivos, pan, pasta, dulces, comida precocinada, yogures, congelados, conservas, bebidas y productos de limpieza e higiene.
Desde la Cecu reclaman una legislación similar a la que el mes pasado entró en vigor en Francia, que obliga a señalizar los cambios correctamente para los usuarios, sin necesidad de que tengan que ir a la letra pequeña.
Cambio de hábitos
La respuesta está en un cambio de hábitos en el consumo de las familias, pero sobre todo en los mayores aprietos de los hogares con menos recursos, que sí o sí tienen que destinar un porcentaje mayor de su presupuesto al capítulo básico de la alimentación. Menos consumo, más gasto, renuncia a algunos de los alimentos más caros (sobre todo frutas, pescados y carnes frescas) y clara apuesta por las marcas blancas, que sostienen en buena medida los mejores márgenes de las principales cadenas de distribución alimentaria, en detrimento de los pequeños comercios locales.
El caso es que, según los datos del último informe del consumo alimentario elaborado por el Gobierno, cada leonés (el dato es autonómico) consumió el año pasado 25 kilos de alimentos menos, pero pagó por ellos 122 euros más.
Con todo, tanto el consumo como el gasto alimentario local es superior a la media nacional. Cada leonés consumió en 2023 más de 585 kilos de alimentos (once más que la media nacional); y pagó por ellos 1.766,49 euros (35 más que la media). Los productos frescos siguen acaparando alrededor del 40% de la cesta de la compra de los leoneses, un peso medio superior al del conjunto del país.
En cuanto a la composición de esta cesta alimentaria, el consumo de los leoneses es superior a la media en carne, fruta fesca y lácteos. Más de 48 kilos de carne al año, más de 89 kilos de fruta y casi 115 kilolitros de lácteos es lo que consumen de media los ciudadanos de la Comunidad; donde también pesan en la cesta de la compra los huevos y pescado, además de cereales (sobre todo pan) y patatas.
Un porcentaje de la cesta de la compra local marcado por un encarecimiento más acusado de los alimentos que incluye. Por ejemplo en el aceite. El encarecimiento del aceite de oliva ha provocado que crezca sobre todo el consumo del de girasol, que tras dispararse inicialmente ha ido ajustando su coste actual.
Si la alimentación fresca acapara un 40% de la cesta de la compra media, la envasada o seca es la que más se utiliza. Menos que en años anteriores, aunque el gasto en este capítulo crece.
Por otro lado, el supermercado sigue siendo el canal favorito para la compra de alimentación y bebidas de los hogares.