La picaresca se agudiza para tratar de meter droga y móviles en Villahierro
Recientemente apareció un terminal como un cigarrillo metido en un paquete de tabaco
Los episodios de introducción de droga y teléfonos móviles en la cárcel de Villahierro experimentan un repunte subjetivo que obedece a la corriente al alza de apoyo por parte de familiares y amigos de los reclusos, que aún a sabiendas de que la práctica es ilegal, tratan de buscar subterfugios para hacer más llevadero el tiempo de reclusión a sus allegados. Craso error puesto que está demostrado que a la larga, la práctica se vuelve nociva para la salud de los internos y para sus condiciones de reinserción futura en la sociedad.
Las últimas intervenciones siguen un patrón muy similar en todos los casos. Se aprovechan las visitas a las que tienen derecho los penados y una vez en el interior de la penitenciaría, se intenta dar el cambiazo con múltiples formas. La más común últimamente es la utilización de zapatillas en cuyo fondo se ha camuflado, tapada por la plantilla, la sustancia estupefaciente.
La última
Lo mismo ocurre con los teléfonos móviles. Pese a la existencia de dispositivos que neutralizan la cobertura para que los terminales queden fuera de uso intramuros, la tendencia a intentar introducir dispositivos es una realidad.
Fernando Martínez, secretario provincial de la Asociación Profesional de Funcionarios de Prisiones, (APFP) sostiene que contra los móviles la mejor forma de luchar es la mejora de la tecnología.
«Yo he llegado a encontrarme un móvil del tamaño de un cigarrillo en un paquete de tabaco. Lo usan con agujas porque las teclas son tan pequeñas que con los dedos no se puede. La única forma de encontrarlos es usar un detector que te indica dónde está y cuando se usa. Pero para eso se necesitan aparatos que cuestan 2.000 ó 3.000 euros y hay que invertir. Hay que mejorar los arcos de seguridad de Villahierro y endurecer las sanciones que se aplican contra los visitantes y contra los reclusos».
La joya
APFP exige mejorar el funcionamiento de los inhibidores y una modernización para estar más cerca de las nuevas tecnologías. «Limitar el uso es beneficioso para evitar que se extienda la costumbre».
El último episodio se produjo el pasado día 9 de agosto. Uno de los perros de la Unidad Cinológica de la Guardia Civil detectó la existencia de nueve bolas de hachís en el interior de un paquete que se pretendía hacer llegar a un recluso.
El precio
Plan de drogas
La intervención se enmarcó en el seno del ’Plan sobre detección de drogas en Centros Penitenciarios’ encaminado al control de acceso de personas a instalaciones de la Administración penitenciaria que mantiene activo la Comandancia de León, en estrecha cooperación con los funcionarios del Área de Seguridad y del grupo de información y control operativo del Centro Penitenciario de León. Cuando los funcionarios detectan a un visitante intentando introducir objetos ilegales en una cárcel, tienen que llamar a los agentes competentes para incautarlas. Este proceso puede tardar unos pocos minutos, pero es el suficiente tiempo como para tener que vivir situaciones «violentas» con esas personas. «Muchas veces los familiares intentan agredirnos en ese proceso», destacan trabajadores de Villahierro.
Los móviles más pequeños del mercado pueden adquirirse por menos de 20 euros en cualquier portal de anuncios. Pero en un centro como el de Vilahierro su precio es, como poco, diez veces superior. Los internos pueden llegar a pagar hasta 300 euros por uno, el doble si se trata de un Smartphone. La estrella de la corona son los antiguos Iphone, que se disparan hasta los 1.000 euros. Así funciona el tráfico de móviles.