La vuelta al colegio en septiembre acaba de sopetón con más de dos meses de libertad; la vuelta al cole en un día 6 de septiembre tan frío como un 6 de noviembre arranca de cuajo la paz que se acostumbró al verano. El regreso ordenado al colegio en León tuvo más escenas de tragedia que capítulos de alegría desatada; las niñas y niños de infantil que no sueltan la mano de mamá, el último enchufe de un verano feliz que desemboca en el callejón de entrada al patio, en el pasillo de acceso al aula, en la puerta de una clase en la que está todo ordenado a la espera del desorden que acaba con la idea de la felicidad del calor, la piscina, la bicicleta. "No llores, que mamá no marcha", trata de aplacar la madre en ese primer día de la pequeña expuesta al albedrío de la socializar en el colegio. En algunos colegios se muestran las filas con las que se ordenan los recuerdos del verano; a formar, en el primer paso a la disciplina, que funda el concepto de comportamiento que no sale en los libros de texto.
Conforme la edad escolar sube escaleras, los sollozos cede n y dejan espació al jaleo, que a primera hora de la mañana de septiembre que liquida las licencias veraniegas resulta extraño; las voces que saludan el reencuentro entran al colegio, y se supone que llegarán a las aulas, para augurar una mañana de tensión a los docentes, como pinceles en el estreno, preparados para transmitir ánimo a los alumnos o aplacar la euforia, que también la hay.
Mochilas, babys, pantalón corto que se queda escaso para la exigencia de la mañana de León, lejos de otros retornos en los que el sol aligeraba el regreso al cole, para hacerlo llevadero, como que aún quedaba verano. El verano de León no llegó esta mañana a escribir en la pizarra. Más de 59.000 alumnos leoneses iniciaron así la vuelta escalonada a las aulas. El curso 24/25 está en marcha.