Villaquilambre logra abrir el Torío para actividades acuáticas tras dos décadas

Villaquilambre soñaba desde hace dos décadas con poder aprovechar la lengua de agua que atraviesa el municipio y da de beber al Bernesga. Y lo ha intentado en varias ocasiones con fuerza pero sin éxito desde que en 2004 planeó crear una zona de ocio para bañistas en el Torío, un Aula de la Naturaleza y una Escuela de Pesca para escolares. En aquel momento, para garantizar el caudal mínimo del río, los biólogos y botánicos que ultimaban el proyecto proponían habilitar una presa casera, con leña, aguas arriba.

Aquel anhelo toma forma ahora, y el río que nace en los altos del puerto de Piedrafita y alimenta las riberas de Villaquilambre tras recorrer medio centenar de kilómetros, se abrirá por fin para actividades acuáticas. Al menos, un tramo de 300 metros entre las localidades de Villamoros y Villarrodrigo, que ya ha recibido el beneplácito expreso de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD).

Gracias al azud que existe para la presa de riego de Villaobispo, en ese entorno existe una balsa de agua importante y la idea es recrecer incluso el nivel para que el Club de Piragüísmo ubicado en el municipio pueda entrenar. De hecho, estos deportistas han colaborado codo con codo para hacer realidad el aprovechamiento del Torío.

El Ayuntamiento ha limpiado las márgenes para acondicionar una zona de ocio y para preparar un embarcadero que facilite el acceso al río. Estas primeras gestiones para adecuar el espacio están encaminadas a que los utilicen los deportistas federados y el resto de vecinos como lugar de esparcimiento junto al carril bici del Torío. Es más, convencidos del «excepcional potencial» del río a su paso por el municipio, «se están dando los primeros pasos desde el punto de vista administrativo, así como colaborando con los clubes en las labores de limpieza y desbroce de la zona para que se convierta en espacio multideporte y de ocio», indican. Villaquilambre quiere destacar como referente de calidad de vida y facilitar a sus habitantes formas de vida y ocio saludables.

Junto a los ayuntamientos de Garrafe y Matallana, Villaquilambre ya intentó hace una década volver la vista hacia el río que baña sus tierras con la esperanza de impulsar proyectos ligados al medioambiente que generaran empleo y fijaran población.

Pretendían combatir la crisis echando mano a sus enormes recursos botánicos y faunísticos, además de crear un marchamo de calidad como pueblos de esa peculiar ribera, mal llamada «del olvido». La base para impulsar el Torío pasaba por recuperar la explotación de los montes abandonados, apostar por una agricultura y ganadería ecológica y mostrar al mundo las bondades paisajísticas y de fauna que existen junto al río, con choperas, sebes y robles que forjan un valle singular. Incluso diseñaron una marca propia del Torío para superar el reducido mercado al que se podrían dirigir los futuros emprendedores y garantizar su éxito.